viernes, 10 de octubre de 2008

La muerte: esa experiencia que nunca viviremos

La muerte es una experiencia que nadie tendrá nunca. Si, nunca. Parece una declaración muy extraña pero es así. Por lo tanto, no hay que temerle a la muerte.

Es sensato temerle a una experiencia que jamás tendremos ? a algo que jamás viviremos ?

Sobre el frío tema de la muerte parece haber dos líneas básicas de creencias: La primera (trascendental) es más bien religiosa y dice que no morimos, simplemente cambiamos de estado. El cuerpo se queda aquí en la tierra pudriéndose, pero continuamos un camino eterno con nuestra alma y nuestro espíritu. Según esta creencia por lo tanto, la muerte no existe y sólo hay un paso a otra vida. Luego no podemos temerle a la muerte ya que ella no se produce nunca.

La segunda línea establece que dejamos de existir en algún momento. Al producirse la muerte no hay nada más. Después de la vida no se conserva nada. Simplemente ya no existimos. Luego, tampoco podríamos temerle a la muerte ya que no hay posibilidad de vivir la experiencia de estar muerto. No hay ninguna "vivencia" sobre estar muerto dado que, para experimentar algo, debemos estar vivos.

Pero siempre hemos escuchado hablar sobre el temor a la muerte. Diríase que culturalmente es un temor presente en todos los tiempos, sin embargo si lo pensamos detenidamente resulta paradojal tener miedo de algo que jamás viviremos. Algo que no podríamos experienciar, salvo que estuviéramos vivos. Entonces, a qué le tememos ?. Podríamos eventualmente trabajar sobre esta emoción que nos atormenta e intentar otra mirada menos nociva sobre la muerte ?

Todos nuestros temores cotidianos están asociados a vivencias que no queremos tener, a experiencias que no quisiéramos vivir como la pena por la pérdida de un ser querido, dolor físico, soledad, desesperanza, en fin. Pero para vivir una experiencia necesariamente hay que "permanecer existiendo". No es posible que alguien que murió "viva" experiencia alguna porque ese alguien ya "no es". Cómo podríamos entonces tener miedo de la no existencia ?. Como sea, hay un miedo que declaramos cuando pensamos en la muerte, hay algo ahí a que nos asusta, nos inquieta y eso es indiscutible. Qué es ?

Algunos argumentan que es un "temor a lo desconocido", pero entonces no corresponde a un temor a la muerte. En este caso tenemos la sospecha de que en realidad no morimos, de que hay otra vida desconocida que podría depararnos sufrimiento. Quienes aseguran que la muerte no es más que un cambio de estado fundan su temor en la manera en que seremos juzgados por el Creador. Siempre escuchamos que el pecador sufrirá terribles castigos "después de la muerte". Visto así, la muerte entendida como "fin del ser" no existe. Es sólo el paso a otra etapa de la vida, un cambio de estado, una mudanza a la "mansión eterna", por lo que cabe la posibilidad de que pudiéramos vivir después una experiencia de sufrimiento. Descartamos entonces el "temor a la muerte" y lo reemplazamos por un temor al sufrimiento que podríamos experimentar en esa otra vida o en esta vida antes de transitar a la otra.

Para quienes conciben la muerte como el "fin de la existencia", el momento en que el ser humano desaparece como tal y luego no hay nada más, el temor se funda curiosamente en el mismo elemento: el sufrimiento. La diferencia estriba en que dicho sufrimiento no se vive "post mortem"; se vive antes de la muerte y puede estar asociado a la preocupación por los seres queridos, al sufrimiento previo a la muerte como producto de una enfermedad, un accidente, etc. También habría entonces que concluir que el temor no es a la muerte sino al sufrimiento. No sería un temor a la muerte misma ya que al fenecer el individuo que teme dejará de existir y no habría nadie que pudiera sufrir.

El miedo entonces nunca es un miedo a la muerte. Es un miedo a experimentar algún tipo de sufrimiento, ya sea en esta o en la otra vida (para los que creen en ella) o antes de morir (para los que no creen en otra vida).

Conclusión, si usted es creyente sabe que no va a morir nunca. Ahora si usted cree en la muerte puede olvidarse de ella porque nunca la va a vivir. La muerte no le ocurre a nadie. Sólo nos ocurre la vida, hasta el momento en que ya no nos ocurre más.

jueves, 1 de mayo de 2008

Lo que nunca hay que decir cuando pedimos aumento de sueldo.

Lo que nuestro jefe escucha e interpreta cuando le pedimos un aumento de sueldo es decisivo si queremos tener éxito. Luego, para saber pedir hay que saber escuchar.

Fredy Solimano, administrativo de una empresa de servicios había pedido hablar con César Freile su jefe para pedirle un aumento de sueldo. Ésta fue la conversación que sostuvieron:

Fredy: Cómo está jefe..
César: Bien Fredy, cuéntame de qué quieres conversar
Fredy: Bueno jefe en realidad hace tiempo que quería comentarle sobre mi situación laboral. Como usted sabe, yo considero que hago bien mi trabajo, nunca le he fallado, cuando usted me pide algo siempre estoy atento, en fin. Creo que no se puede decir nada de mi en ese sentido y bueno, por otra parte está el asunto de mi sueldo. Yo gano poco y bueno...usted me conoce y sabe que hice una ampliación en mi casa, el colegio de los niños, en fin, son gastos que hay que pagar y con lo que gano no me alcanza. Sinceramente jefe creo que merezco un aumento de sueldo. Por otra parte hace más de 5 años que gano lo mismo y considero injusto que a otros colegas que estaban en similar situación usted les subió el sueldo hace tiempo. Pienso que tengo suficientes razones para que considere un aumento para mi.

Este tipo de conversación es bastante común y no debería llamarnos la atención, sin embargo Fredy comete varios “pecados capitales” durante el desarrollo de su planteamiento. Si yo fuera César definitivamente no le doy un aumento de sueldo. Pero antes de revisar lo que no estuvo bien detengámonos a revisar algunos elementos importantes que después integraremos para analizar la estrategia de Fredy.

Escuchar

Al inicio de este artículo anunciamos que para saber pedir hay que saber escuchar. Y cuando hablamos de escuchar no nos referimos al acto de percibir las vibraciones sonoras producidas por alguien que habla, sino que fundamentalmente a la interpretación que los seres humanos hacemos de lo que percibimos cuando nos comunicamos con alguien. Y nuestra percepción la hacemos utilizando todos nuestros sentidos pero de acuerdo a lo que dictan nuestras distinciones. Es decir, de acuerdo a nuestros valores, creencias y elementos aprendidos en nuestra vida. Habría que decir que escuchamos con nuestra forma de entender las cosas.
Un dato estadístico interesante: el tiempo dedicado a la comunicación lo repartimos de la siguiente forma:

  • ESCUCHAR: 65 %
  • HABLAR : 20 %
  • LEER: 9 %
  • ESCRIBIR: 6 %
En efecto, el 65 % del tiempo destinado a la comunicación lo utilizamos en escuchar y a pesar de ello, nos enseñan a leer, escribir, tomamos cursos de oratoria, pero no aprendemos a escuchar. Si queremos aprender a escuchar, “lo primero que hay que escuchar, es que no sabemos escuchar”.
El escuchar no es materia central de este artículo pero me interesa establecer que el que escucha nunca escucha exactamente lo que dice el que habla. Y no se trata de un problema técnico de comunicación. Es simplemente el resultado de una característica constitutiva de los seres humanos: nosotros interpretamos lo que acontece. Una persona dice algo y lo que se escucha depende de quien escucha, no de lo que se dice. Esto es decididamente fundamental. Entender esto es comenzar a escuchar. Si el lector no asume esto, entonces al leer este texto, no está escuchando.

Veamos el siguiente ejemplo:

En una mesita de un bar una pareja tomaba café. Él leía el periódico y ella miraba el entorno. De pronto ella le dice a él: “me pasas el azúcar por favor”. Él responde: “estoy leyendo”. (qué poco caballero pensé yo que estaba en la mesa del lado).
  • ¿Qué dijo él? :“Estoy leyendo”
  • ¿Qué escuchó ella?: “No me molestes” (o algo así)
Otro ejemplo:
La madre descubre que su hijo de 9 años le había sacado a escondidas dinero de su billetera. Lo llama junto a ella y le dice: “Hijo, me falta dinero de la billetera. Alguien lo sacó sin pedírmelo. Fuiste tú ?”. El niño se sonroja y baja la cabeza sin pronunciar palabra.
  • ¿Qué dijo el niño?: Nada
  • ¿Qué escuchó la madre?: “Yo fui mamá, lo siento”
El Resentimiento

Como todas nuestras concepciones, el resentimiento tiene muchas interpretaciones. Veremos el resentimiento aquí como un estado de ánimo en virtud del cual una persona culpa a alguien o algo de sus males, a la esposa, al jefe, a los extranjeros, al clima, la delincuencia, la raza, etc. Siempre hay un culpable de la situación en que se encuentra (y nunca es él mismo). El resentimiento se alimenta de expectativas no cumplidas y se mantiene siempre como una conversación interior, privada. Nos mantiene como esclavos de aquello o aquél a quien consideramos culpable. Como señala R.Echeverría, al considerarnos víctimas tenemos una excelente coartada para estar del lado “de los buenos” pero ello contiene una peligrosa trampa: estamos transformando al culpable en amo de nuestras acciones.

Dado que los estados de ánimo están relacionados con nuestros juicios acerca de lo que nos acontece y que éstos juicios a su vez no nos hablan de una realidad objetiva sino que más bien de la forma como vemos las cosas, podemos diseñar un camino para salir del resentimiento y transitar a un estado de ánimo de “aceptación”. En el estado de ánimo de aceptación comenzamos a convivir en paz con aquello que no podemos cambiar. A aceptar aquellas posibilidades que alguien o algo nos ha cerrado. A mirar el futuro sin traer al presente esa esclavitud del pasado que lo ahogaba.
Las explicaciones

Las explicaciones son la guía de nuestras acciones. De acuerdo a ellas escogemos el camino de acción para todo lo que hacemos. Nuestras actividades diarias están guiadas por las explicaciones conscientes o inconscientes que damos a las cosas y esas explicaciones no son más que un conjunto de información que nos ayuda a responder nuestras propias preguntas y habitan en un mundo separado de los fenómenos que pretendemos explicar.
Por qué voy al trabajo ?
  • Porque para eso me pagan
  • Porque necesito ganar dinero
  • Porque todos debemos trabajar
  • Porque me gusta
    Etc.
Todas estas explicaciones son coherentes y aceptables, pero no todas implican el mismo camino de acción:
  • “Porque para eso me pagan” implica que iré a mi trabajo sin cuestionamientos
  • “Porque necesito ganar plata” puede abrir posibilidades de cambiarse a otros trabajos
  • “Porque me gusta” puede implicar que aunque disponga de bastante dinero, no dejaré mi trabajo, etc.
Por qué llegué atrasado a mi trabajo ?
  • La explicación de mi jefe: “Porque soy irresponsable”: Camino de acción: amonestación
  • La explicación mía: “Porque vivo lejos”: Camino de acción: Mudarme más cerca
  • La explicación de mi amigo: “Porque eres descarado”: Camino de acción: Me río de él pero no hago nada.
Adviértase que todas son aceptables aunque en este caso habrá que aceptar la del jefe ya que a él le hemos dado autoridad para establecer la explicación a adoptar (sin que ninguna de las explicaciones sea más o menos verdadera que otra).

Aquí debemos rescatar lo siguiente: la explicación de algún fenómeno depende de quien explica, no del fenómeno explicado. (Las explicaciones y los fenómenos habitan en mundos distintos y esos mundos no se tocan). Cada persona explicará de manera distinta un mismo fenómeno tal como se vio en el ejemplo. Además, la explicación de algo depende del tipo de preguntas que se hace el que explica ese algo. Las explicaciones tienen que ver con las preguntas, no con los fenómenos a explicar.

Podemos preguntarnos ¿por qué caen los cuerpos? Y conformarnos con la respuesta: “porque hay una fuerza que los atrae”. He aquí las respuestas que se han dado en los últimos siglos a esta pregunta:
  • Porque está en ellos el caer
  • Porque los cuerpos “desean” estar en el piso
  • Porque los elementos ocupan su lugar natural en el universo
  • Porque los cuerpos “graves” hechos de tierra tienden a moverse hacia abajo
  • Porque algo los atrae hacia abajo
  • Porque hay una ley que hace que caigan
  • Porque los cuerpos siguen la línea de la curvatura del espacio
Se fija que ninguna explicación es una explicación es si ?. Sólo es información que nos deja conformes. Si no nos deja conformes, seguimos preguntando. Por ejemplo, podemos preguntar ¿por qué caen los cuerpos si nada material los tira hacia abajo como una cuerda por ejemplo?. En este caso al que pregunta no le basta lo de la fuerza, porque su cuestionamiento está asociado a la experiencia de que cuando un cuerpo se acerca a otro, debe haber una conexión física entre ellos. Sea como sea, a los cuerpos les importa poco nuestras explicaciones. Ellos simplemente caen !!!.

Aún más, la explicación de algo depende de si me hago preguntas o no sobre ese algo. La explicación sobre el propósito del hombre sobre la tierra la necesita el que se pregunta por dicho propósito. Otros no se lo preguntan ya que no piensan que el hombre tenga que tener un propósito sobre la tierra.
Se ha preguntado usted “¿por qué me hago preguntas?”, si es así tendrá una de miles de respuestas que hay. Si no es así, entonces no tiene una explicación simplemente porque no existía la pregunta.
Bien, antes de analizar la estrategia de aumento de sueldo de nuestro amigo Fredy, recapitulemos; hemos propuesto una forma de entender lo siguiente:
  • El escuchar
  • El resentimiento y
  • Las explicaciones
Analicemos la conversación entre Fredy y su jefe César utilizando estas distinciones.
ESCUCHAR:

Tal como lo hicimos con el ejemplo más arriba, veamos lo que Fredy dice y lo que escucha su jefe César:
  1. Fredy dice: “yo considero que hago bien mi trabajo, nunca le he fallado...no se puede decir nada de mi en ese sentido”
    César escucha: “yo tengo la capacidad de evaluarme y no es necesario que lo haga usted como jefe”
  2. Fredy dice: “creo que merezco un aumento de sueldo”
    César escucha: “Usted no se da cuenta de mis méritos, no tiene la capacidad de evaluarme correctamente, si lo hiciera ya me hubiera aumentado el sueldo porque es evidente que soy víctima de su ceguera”
  3. Fredy dice: “hace más de 5 años que gano lo mismo y considero injusto que a otros colegas que estaban en similar situación usted les subió el sueldo hace tiempo”
    César escucha: “Usted no es justo. Es capaz de favorecer a otros y no a mi. Como usted no es justo, me ha estado perjudicando durante 5 años y favoreciendo arbitrariamente a otros”
  4. Fredy dice: “tengo suficientes razones para que considere un aumento para mi”
    César escucha: “Yo puedo ver algo que usted no ve: mis razones son atendibles y las suyas no, tengo la habilidad que usted no tiene de ver las cosas de manera correcta”.
Como vemos, Fredy aborda el problema pretendiendo establecer que su sueldo es injustamente bajo como producto de las inhabilidades de su jefe. Es decir, en resumen el jefe ha recibido a Fredy para que éste le reproche por lo mal que como jefe, evalúa la situación de los subordinados. Es obvio que Fredy está cerrando toda apertura emocional de César hacia la comunicación, porque le hace sentir que se está entrometiendo en asuntos que no le corresponden.
Conclusión: Fredy se escucha a si mismo y no a quien debe escuchar: a César.
RESENTIMIENTO:

El estilo discursivo de Fredy, la estructura lingüística de los juicios emitidos por Fredy (hago bien mi trabajo, merezco un aumento, considero injusto....) reflejan un estado de ánimo de resentimiento. Fredy se presenta como una víctima inocente de su jefe y se lo está transmitiendo a través de la conversación. Probablemente eso es lo que escucha César y Fredy no está consciente de ello, porque no está escuchando a su jefe, se escucha sólo a si mismo. Lo más probable es que Fredy se escucha a si mismo decir “le estoy diciendo a César unas cuantas verdades que le hacía falta escuchar”.
Si el jefe no acoge la petición de Fredy, éste verá reforzada su condición de víctima y será aún menos permeable a aceptar su propia responsabilidad sobre la negativa de César.
EXPLICACIONES:

Fredy tiene las explicaciones o respuestas que responden a las preguntas que él mismo se hace sobre por qué gana poco (porque lo han tratado de manera injusta) y sobre por qué debe ganar más (porque tiene muchos gastos y porque lo merece). Sin embargo, quizás César no se hace la pregunta de ¿por qué Fredy gana poco?. Y si César no se hace esa pregunta, tampoco buscará obviamente una respuesta. Por otra parte si alguien le formula a César la pregunta ¿por qué tu subalterno Fredy gana poco?, sus respuestas no tendrían por qué coincidir con las de Fredy y el calificativo de “poco” no tendría necesariamente que ser compartido por César. Como ya vimos en el ejemplo de más arriba, las explicaciones dependen de la experiencia de cada uno y no del fenómeno a explicar.
No obstante Fredy asume que sus propias respuestas y explicaciones son las correctas. Nuevamente, no está escuchando. Y para saber pedir, hay que saber escuchar.
Póngase usted en el papel de jefe y piense si le caería bien que alguien le pidiera aumento de sueldo aduciendo que usted es un inepto para administrar y evaluar a sus subalternos. No es verdad que no le gustaría ?. No es verdad que pensaría que su subalterno partió metiendo la pata ?.
A las personas nos seduce algo cuando vemos que permite abrir nuevos espacios de posibilidades en función de nuestros intereses. A un niño le seduce ir donde el tío preferido que lo invita al cine porque se amplían sus posibilidades de pasarla bien. Es más seductor para nosotros el llamado de un amigo que nos invita a una fiesta el viernes por la noche que el llamado de nuestro jefe el lunes a primera hora. Probablemente este último llamado no ofrece ampliar las posibilidades de que sucedan cosas agradables.
Somos en algún sentido una “oferta” caminando. Seremos capaces de seducir en la medida en que seamos una oferta y seremos oferta para nuestro jefe (o cliente) si somos capaces de solucionarle parte de sus problemas. Seremos una mala oferta si representamos un problema. Eso ocurre en la oficina y en nuestra vida familiar y con los amigos. Pero para ser oferta debemos saber qué ofrecer y para ello a su vez debemos “escuchar”, es decir, interpretar de manera adecuada la información que percibimos del entorno. IBM no “escuchó” las posibilidades que se abrían con la oferta que le hicieran unos muchachos sobre algo que consideraron inútil, las fotocopias. Bueno, esa idea tonta y descabellada se llamó XEROX un tiempo después.
Usted no puede pedir un aumento de sueldo diciéndole al que toma las decisiones que está ciego frente a las injusticias que se cometen y que usted está mejor preparado que él para evaluarlo. No puede decirle que usted “merece” el aumento de sueldo. Eso es algo que evalúa su jefe. No usted.
Cómo hay que hacerlo entonces ?

Piense en lo que quiere escuchar su jefe. No es difícil. Póngase en su lugar. Si bien el discurso dependerá de cada caso en particular, hay que considerar que la imagen de usted debe reflejar lo siguiente:
  • Sinceridad: Es decir, usted debe decirle a él lo mismo que se diría a si mismo. Una persona insincera no puede esconder esa condición. Sea franco y sincero, nunca mienta. Un mentiroso no puede esconderse por mucho tiempo.
  • Respeto: Considere que tanto usted como él tienen un rol, un conjunto de actividades de las cuales son responsables y a nadie le gusta que invadan su espacio de acción. Su jefe es su “cliente interno” y como tal es quien fija los estándares de satisfacción. A él le corresponde evaluarlo a usted. Él es quien dirá si usted hace bien el trabajo. No usted.
  • Responsabilidad: Esto es fundamental. No aduzca rezones de justicia. Sea valiente y responsable y diga “yo quiero ganar más”. Es legítimo querer ganar más y no necesitamos justificaciones ni excusas asociadas a condiciones externas (como p.ej. “con lo que gano no me alcanza). No se presente como el defensor de una causa cuya resolución tiene “sin querer” la consecuencia de que usted ganará más. El papel de víctima es indigno y no le ayuda a desarrollarse en la empresa.
  • Oferta: Preocúpese de ser “oferta”. Recuerde que si estamos ocupando un cargo es porque nos necesitan, es decir, somos la oferta de alguna cosa, pero hay que ocuparse de no dejar de serlo. “ESCUCHE” y vea qué parte de la vida usted le soluciona a su jefe. Un amigo me contaba que le pedían un informe anual que él demoraba tres mese en hacer y su jefe siempre le reclamaba por el excesivo tiempo que ocupaba en confeccionarlo. Se cambió de puesto y su reemplazante demoraba una semana en hacer lo mismo. Mi amigo averiguó que el informe lo hacían ahora de manera bastante somera, “por encima”. Conversó con el que lo confeccionaba y le dijo “mi informe era realmente minucioso, no como éste que tú haces bastante más a la rápida”. El tipo replicó: “el informe no es para mi, es para mi jefe y él lo pide así. Dice que ni lo ve. Sólo quiere que el directorio sepa que lo tiene. Parece que te estabas escuchando a ti mismo. Hacías el informe para tí, no para tu jefe. El jefe dice que tú te demorabas demasiado”.
Use (sin mentir) frases como:

  • Me gusta mi trabajo
  • Necesito el trabajo
  • Me interesa estar en esta empresa
  • Le ofrezco ocuparme de ....
  • Quiero ganar más
  • Quedaría muy conforme si ganara $ xxxx
  • Le agradezco que me considere....
  • Le pido que considere mi petición....
Estas frases le ayudarán a mostrar una imagen digna, responsable, sincera. Prepárese de todas formas para recibir una respuesta negativa y si ese fuese el caso, busque lo que falló en usted. No concluya que es víctima de su jefe porque terminará siendo esclavo de esa idea y limitará sus posibilidades de rediseñar sus propias estrategias, en éste y otros asuntos relacionados con su desarrollo personal.

lunes, 28 de abril de 2008

Una noción alternativa de “CLIENTE”

Una noción de CLIENTE muy útil para el desenvolvimiento personal en todos los planos, es la que considera al cliente como “la persona que pide algo” o “la persona a quien le ofrecen algo”.
Esta concepción de CLIENTE es una poderosa herramienta para facilitar el trabajo, generar buenas relaciones con las personas, conocer dónde están las fallas de coordinación y desarrollar una identidad confiable frente a los demás; colegas, familiares, amigos y todos con quienes nos relacionamos. Ahora, dado que hay alguien que satisface las peticiones del cliente, a éste le llamaremos “proveedor”, también en un sentido amplio.

En lo que sigue de este texto, al hablar de cliente entonces, estamos hablando “el que pide” (o al que le ofrecen), así de sencillo.

La característica más importante del cliente es que es él quien fija los estándares de satisfacción. Esto significa que es el cliente el que decide si el proveedor hizo bien su trabajo o no, si satisfizo o no su demanda. Bajo esta mirada, el cliente no puede estar equivocado y ahora le explico porqué.
Cuando alguien pide algo (el cliente) tiene siempre una expectativa sobre lo que quiere. Puede no tener completamente claros ciertos aspectos del pedido, pero siempre sabe si queda conforme o no. Por lo tanto no puede estar equivocado sobre lo que siente. Si no queda conforme no podemos impugnar algo que corresponde a una apreciación de él sobre el grado de satisfacción que experimenta al recibir lo que pidió. Pongamos un ejemplo asociado a la actividad comercial:
Salustiano (cliente) se acerca al mesón de atención al público y solicita un tiket de pago de su cuenta de teléfono. Griselda, la encargada, (proveedora) le dice que espere para generar el tiket. Después de unos minutos aparece Griselda con el tiket. Salustiano se dirige a la caja, paga. y se retira. Antes de salir lo intercepta una chica, se identifica como encuestadora de la empresa y le pregunta: cómo lo atendieron ?. Salustiano responde: “mal, no me gustó la actitud de la persona que atiende el mesón. Parecía enojada”.

Una vez que Salustiano deja el recinto, la encuestadora se acerca a Griselda y le transmite la opinión de Salustiano. Griselda le dice “ese tipo está muy equivocado, lo atendí muy bien, lo que pasa es que es un cliente complicado”. Podemos establecer quién tiene la razón ?. El cliente dice que fue mal atendido y el proveedor dice lo contrario ?. Cómo decidir ?.

Lo importante aquí es entender que “bien atendido” o “mal atendido” es un juicio, una opinión. No tiene sentido establecer el grado de veracidad de ese juicio. No existe. Siempre la opinión sobre la conformidad con lo entregado por el proveedor es un juicio respecto del cual no hay verdad posible. En ocasiones es posible establecer que no se cumplió con ciertas condiciones pactadas, pero en este caso el asunto es claro y no merece considerarlo en este momento.

La primera conclusión entonces es que ni el cliente ni el proveedor pueden estar intrínsecamente equivocados, por lo que el caso comienza a parecerse a una contienda de competencia: a quién le creemos ?. La respuesta nos la entrega en este caso el objetivo de la empresa: Si queremos atraer clientes, nos importará la opinión de ellos y no la opinión de la propia empresa. Si Salustiano es mi cliente es él quien fija los estándares de satisfacción y deberé concluir que fue mal atendido. Me interesa más su juicio que el de Griselda.

Nadie está obligado sin embargo a realizar esfuerzos para atender a los clientes como Salustiano.
Lo importante es entender que si queremos satisfacer a nuestro cliente entonces su opinión es la relevante. Desde esta óptica la frase “el cliente tiene la razón” cobra un sentido menos esotérico y más práctico. Otro alcance muy interesante sobre esto es que tiene muy poca utilidad hablar de “clientes complicados”. Éstos no existen. Hablar de clientes complicados es “desapropiarse”, es soltar la responsabilidad que le cabe al proveedor sobre la relación con el cliente. “Complicado” es nuevamente un juicio y en realidad el juicio habla del que juzga y no de lo juzgado, por lo tanto habla de Griselda y no de Salustiano. Cuando Griselda dice “es un cliente complicado”, lo que es interesante entender es ésto: “Griselda no tiene competencias para lidiar con ese tipo de clientes”.

La gran mayoría de los cursos de atención al cliente que se ofrecen en el mercado pretenden hacer una taxonomía y hablan de los “diferentes tipos de clientes”. Ello puede prestar cierta utilidad pero sólo como guía para determinar las habilidades del personal de la empresa que hay que reforzar y para abordar con eficiencia un proceso de capacitación. La clasificación de los clientes no es útil para “conocer” a los clientes ya que su características no son más que juicios provenientes justamente de quien menos autorizado está para emitirlos: el proveedor.

Pero volvamos con un ejemplo (real) de la vida familiar para fijar esta idea de que el cliente es el que pide.

Un amigo fanático de los Beatles tenía que hacerle un regalo a su esposa que estaba de cumpleaños. Al pasar por una tienda de música vio un álbum de The Beatles a buen precio y se lo regaló a su señora. Ella -que conocía la inclinación de su marido por la música de las Beatles-, abrió el regalo y le agradeció el presente con poco entusiasmo.

Pasó un tiempo y vino el cumpleaños de él. En efecto, cuando llegó a su casa, ella lo estaba esperando con un regalo. Mi amigo abrió su regalo y se encontró con un hermoso juego de sartenes.

Lo que había sucedido es casi obvio. Ella era “el cliente” cuando estuvo de cumpleaños. En forma tácita existía un pedido. Implícitamente él era el proveedor del pedido que ella estaba haciendo (o que él estaba ofreciendo). No obstante es evidente que mi amigo no la vio a ella como cliente, se miró como cliente a si mismo. Para la señora no se cumplieron los estándares de satisfacción y ante su frustración decidió vengarse y le pagó con la misma moneda regalándole recíprocamente lo que ella necesitaba y no lo que hubiese querido él.

Él podrá reclamar todo lo que quiera, podrá esgrimir todas las razones que desee en favor de lo apropiado del regalo que hizo a su señora, pero hay un hecho indiscutible: ella (el cliente) no se sintió satisfecha con el pedido implícito que había realizado como cliente.

En una mirada más profunda de este episodio tan trivial, el pedido implícito de ella era: “estoy de cumpleaños, a través de un regalo hazme sentir que te importo”. Mi amigo no cumplió con la promesa implícita de que aquello sucediera.
Administrando la relación cliente-proveedor, el ciclo universal de la acción humana

Esta relación cliente-proveedor describe un “ciclo de acción” que comienza con el pedido (o la oferta) y termina con la “declaración de aceptación” del cliente.
Revisaremos someramente las etapas del ciclo de acción que algunos consideran medio en serio medio en broma, un verdadero descubrimiento.

El ciclo consta de 4 etapas:

Etapa 1: PREPARACIÓN del pedido u oferta.
Corresponde al conjunto de actividades previas al pedido. Ya sea que usted vaya a encargar la construcción de un puente o pedir que le paguen la cuenta telefónica, siempre hay actividades previas al pedido. En el caso del puente hay que hacer prospecciones, cálculos, realizar proyectos de factibilidad, hacer cotizaciones, etc. En el caso del pago de la cuenta la cosa es sencilla pero cualitativamente similar. Hay que buscar la cuenta, hacer el cheque, buscar quién la pague, etc. Esta etapa termina cuando se hace el “pedido u oferta”.

Etapa 2: NEGOCIACIÓN.
Durante esta etapa se establecen y negocian las condiciones de satisfacción, es decir, aquellas condiciones que deben cumplirse para que el cliente quede conforme con lo recibido. Esto incluye la fecha de entrega de lo solicitado. Es necesario cuidar aquellas condiciones que no se expresan pero que están implícitas en el pedido. A esto le llamamos “contexto de obviedad”. (Ningún restaurante nos servirá un café frío, aunque esa característica no se negocia cuando pido el café. Si me presento desnudo a mi primer día de trabajo no puedo decirle a mi jefe “no hemos acordado que yo viniera a trabajar con ropa; es obvio que vendré vestido). La etapa de negociación termina con la “declaración de aceptación” en que cliente y proveedor declaran aceptar las condiciones establecidas.

Etapa 3: EJECUCIÓN.
Aquí el protagonista central es el proveedor. Durante esta etapa se desarrollan las actividades orientadas a satisfacer las condiciones pactadas. Frecuentemente el proveedor deberá hacer sub-pedidos, es decir, se coordinará con terceros para ayudarse. La ejecución termina con la “declaración de cumplimiento”. El proveedor declara cumplidas las condiciones.

Etapa 4: EVALUACIÓN Y ASEGURAMIENTO:
Es la etapa más olvidada de todas, aunque reviste gran importancia. Aquí el cliente evalúa si se han cumplido las condiciones de satisfacción y el proveedor se asegura de la conformidad del cliente pidiéndole expresamente que declare su satisfacción. Aclaro que si el cliente no declara satisfacción el ciclo no se cierra. En este caso es posible que el proveedor tenga que hacer algunos ajustes, renegociar, en fin. El ciclo de acción sólo termina con la “declaración de satisfacción” que hace el cliente.

Cliente y proveedor siempre están representados por personas de carne y hueso que se comprometen. Una vez pregunté a un fabricante de lápices quién era su cliente y respondió: “la Librería Central”. Está bien, pero tú no te comprometes con una librería porque no es un ser humano. A quién le reclamas si no pagan la factura ?. Al jefe de adquisiciones. Con él me coordino. Entonces él es tu cliente le contesté.

Toda acción realizada adecuadamente cumple con este ciclo. A su vez, toda acción deficiente o incompleta falla en alguna de las etapas del ciclo.

Un alumno me contó que se acordó de mi clase sobre este tema porque su señora (cliente) le había dicho a las 7:30 de la mañana antes de levantarse “avísame cuando salgas de la ducha para levantarme”. A las 9:00 (una hora y media más tarde), al salir de la ducha, le dice a su señora “ya salí cariño, levántate”. La señora indignada le reclama “te das cuenta que son las 9 de la mañana ? Es la hora a la que entro al trabajo, cómo se te ocurre avisarme tan tarde. Ahora llegaré atrasada !!”. “hice lo que me pediste, te avisé al salir”.

Yo cumplí con los estándares de satisfacción profesor, me dijo. En realidad no los cumplió. Como él sabía que ella trabajaba, estaba dentro del contexto de obviedad el que saliera de la ducha en un tiempo razonable como para no atrasar a su señora.

Resulta muy beneficioso mirar cuándo somos clientes y cuándo proveedores. Es frecuente que se nos pierda el cliente. Hay personas cuyo único cliente es si misma. De esas personas decimos que no escuchan, que sólo piensan en si mismas. A veces tenemos estándares demasiado altos. No nos conformamos con lo que hacemos ni con lo que hacen los demás. Si somos jefes en la empresa o jefes de familia o lideres de grupos esto causa problemas a las personas. Nos dirán que somos “exigentes” y vale la pena evaluar si estamos siendo clientes de nosotros mismos y mirando sólo nuestros propios estándares de evaluación y de satisfacción. La auto-imposición de condiciones de satisfacción es síntoma de que no vemos como clientes más que a nosotros mismos. Por lo tanto no somos “oferta” para nadie en el entorno en cuestión. Quizás estamos exigiendo mucho de los demás, pero somos oferta ?. Se ha preguntado usted qué oferta es para su jefe por ejemplo ?. Usted cree que hace las cosas muy bien y que merece un aumento de sueldo. Y qué cree su jefe ?. Él es su cliente y por lo tanto él fija los estándares de satisfacción, no usted. Pensó qué oferta es usted para su pareja ?. Pregúntele qué espera de usted, es saludable.

Al lector le propongo un ejercicio: Para cada una de las 4 etapas del ciclo de acción, anote qué habilidades personales es deseable tener para lograr éxito, Por ejemplo las habilidades de decir que no, la habilidad de seguir instrucciones, de negociar y de escuchar son algunas de las más importantes. Encuádrelas en alguna etapa, agregue otras y sobre todo, ponga atención en los ciclos de acción durante su desenvolvimiento diario. TODA acción humana parte de una petición o una oferta (implícita o explícita), desde pedir un café, recibir un informe, dar una limosna o hacer un regalo, hasta pedir perdón, encargar la construcción de un puente o viajar a la luna. Ponga atención a su alrededor y mire los ciclos. Fíjese en la etapa que falla cuando algo sale mal, por ejemplo, cuando un amigo suyo no acudió a una fiesta a la cual usted lo había invitado; pregúntese si falló la preparación, la negociación, la ejecución o la evaluación. Qué parte del ciclo anda mal cuando alguien no llega a la hora al trabajo. Quién es el cliente y el proveedor en este caso?, cuál es el pedido ?.

Siempre parta identificando tres elementos básicos:

- Quién es el cliente (una persona identificable, no una empresa ni un conjunto de personas)
- Quién es el proveedor (una persona identificable, no una empresa ni un conjunto de personas)
- Cuál es el pedido

Al principio será difusa la utilidad del ciclo de acción como herramienta de orientación cotidiana. Tal como cuando vemos por primera vez una ecografía y no entendemos cómo el médico nos dice “se aprecia claramente un cálculo en la luz de la vejiga proyectando el típico cono de sombra” y nosotros vemos una mancha indescifrable !!. Pero a poco andar podrá utilizar el esquema para resolver todo tipo de problemas de coordinación. Realmente sirve y es una de las herramientas modernas de coordinación que utilizan las organizaciones para administrar las redes de compromisos.

domingo, 27 de abril de 2008

QUEREMOS DISEÑAR NUESTRAS VIDAS ?


Mientras corre, un niño de unos 3 años de edad se golpea contra una mesa y comienza a llorar. Su madre lo acoge e intenta consolarlo y para ello castiga a la mesa golpeándola y diciéndole “mesa tonta, mesa tonta, tonta !, porqué le hiciste eso a mi hijo !!!”. El niño observa, se calma y deja de llorar.
Parece bastante común hacer ésto, ver a algunos padres consolar a sus hijos de esta manera, es decir, asegurándose de que presenciaran cómo era castigado el culpable del sufrimiento. Estas escenas tan cotidianas me provocaron curiosidad durante mucho tiempo. No lograba encuadrarlas dentro de mis esquemas, no podía encontrarles sentido del todo, algo no encajaba. Obviamente la mesa es algo inanimado y escuchar que le hablaban resultaba divertido, más aún si la castigaban y le decían que era tonta, pero eso era entendible pues había un componente lúdico.

Finalmente descubrí que mi incomodidad con la situación estaba ligada al plano de la causalidad: quién o qué provocó el sufrimiento de ese niño ? Quién o qué hizo que se golpeara ?. Sin dudas la mesa era la menos responsable del problema. Mis posibles respuestas eran:
- El propio niño provocó el accidente ya que por su edad era poco diestro
- Los padres, quienes no cuidaron de los peligros del entorno
- El dueño de la mesa, por mantener una condición insegura para los niños
- El amiguito que lo perseguía cuando se golpeó
Bueno, en fin....quizás hay muchas alternativas más pero una cosa era clara: el mensaje que transmitía la madre al niño no estaba asociado a ninguna de las alternativas enunciadas. El mensaje estaba ligado precisamente con la causa que yo consideraba imposible: el actuar de la mesa. Qué lectura le daría el niño al episodio de ver que castigaban a la mesa ? Qué cuentas sacaría el infante que lo hacían conformarse y calmarse viendo que castigaban a la mesa?
Ahora advierto que un episodio tan trivial era parte importante de la manera como nos enseñamos desde pequeños a evadir la responsabilidad por nuestro propio destino. Era una de nuestras prácticas cotidianas que nos hacen ver nuestras vidas como algo de lo cual no somos responsables, como algo sobre lo que no tenemos control. Es una de las miles de conductas que modelan nuestra convicción de que el destino está escrito. Así nos convertimos en personas que tomamos pocas iniciativas para transformarnos en lo que queremos ser. Siempre estamos viviendo lo que nos “tocó ser”. Así es como aprendemos a “desapropiarnos”, es decir, a des-responsabilizarnos, a no sentir propias las acciones destinadas a provocar que las cosas resulten. Parece que no es fácil admitir ésto cuando durante mucho tiempo nos hemos sentido más bien víctimas de las circunstancias, pero como señala S.Covey, (autor de Los 7 hábitos de la gente altamente exitosa), mientras no podamos decir que nuestra situación actual es producto de nuestras decisiones pasadas, tampoco podremos decir “he decidido cambiar, voy a modificar ésto o aquello, seré diferente”.
Castigando a la mesa, el chico aprendió que no puede evitar golpearse porque no depende de él: depende de la mesa, no de sus habilidades motrices, ni de su desarrollo, ni de su aprendizaje ni de su experiencia, ni de sus decisiones.
Quizás algo tan sencillo como consolarlo y recomendarle que tenga más cuidado resulte más útil para su formación. Habrá que explicarle que lo que sucedió depende de sus propias destrezas, que es controlable y modificable, qué es él quien hará posible que aquello no ocurra.
Los seres humanos estamos formados en la “desapropiación”, y ello nos brinda una coartada automática para explicar porqué no somos lo que queremos ser o porqué no sucede lo que queremos provocar. Estamos mejor preparados para dar explicaciones sobre porqué no pudimos terminar un trabajo que para hacer que se termine. Nos resulta más cómodo “culpar a la mesa” que buscar en nuestras decisiones y acciones la causa de lo que nos pasa.
Una de mis hijas me decía: “papá, ingresé a una difícil carrera universitaria; estadísticamente al final del primer año sólo aprueba el 20 % de los que entraron, por lo que la probabilidad de que fracase este año es de 80 %”.
Yo le dije; “Tú no eres una estadística, eres Francisca. Las estadísticas no hablan de lo que pasará en el futuro contigo, hablan del pasado y están bien para una descripción periodística y para ayudar a diseñar el futuro. De manera anticipada estás "culpando a la mesa.”. Y luego agregué la siguiente pregunta: “Hija, qué me dirías si te pregunto cuál es la probabilidad de que tú estés dentro del 20% que tiene éxito ?” y ella responde: “es alta esa probabilidad porque soy estudiosa”.
Entonces la probabilidad específica para Francisca de fracasar no es 80% porque depende de ella. No de la estadística.

Lo interesante es advertir que funcionamos según la forma en que nos auto-explicamos, pero las explicaciones (y las auto-explicaciones) son antojadizas. Podemos darnos la explicación que queramos y lo apropiado sería darse aquella que más sirve a nuestro objetivo. Hace un tiempo una señora que entraba a una oficina en el edificio donde yo trabajaba se tropezó cuando se le enganchó el taco en una toma de enchufes del suelo cuya tapa estaba fracturada hacía tiempo. Varios de los colegas especularon sobre las causas del incidente y decidí hacer una encuesta. Pedí a varios colegas que me respondieran la pregunta: ¿porqué se tropezó la señora?. Entre las respuestas estaban éstas:
- Porque la tapa estaba defectuosa
- Porque la señora ve mal, no se fijó que había una tapa defectuosa
- Porque la señora era muy viejita y no escuchó la advertencia que le hicieron
- Porque el encargado de reparar la tapa es irresponsable. Hace dos semanas que debió hacerlo
- Porque Juan olvidó poner el letrero de advertencia
- Porque el edificio está mal diseñado, no debería haber tomas de enchufes en el suelo
- Porque el jefe no se preocupa de la seguridad de los funcionarios
Lo curioso es que todas estas explicaciones son aceptables simultáneamente !!!, pero, dependiendo de la explicación aceptada, los caminos de acción serán distintos. Con cuál de ellas nos quedamos entonces ?, qué criterio debemos utilizar para decidir ?.
Siempre escogemos la explicación adecuada a nuestros objetivos, la más poderosa, o aceptamos (o no aceptamos) la explicación “oficial”. En este caso, tuvimos que acatar la explicación oficial, la del gerente: “porque el encargado de reparar la tapa es irresponsable. Hace dos semanas que debió hacerlo”. Esto significó una amonestación para el encargado e impuso un camino de acción distinto del que se habría tomado si la explicación aceptada hubiese sido por ejemplo “porque la señora ve mal, no se fijó que había una tapa defectuosa”. En este último caso no hubiese habido amonestación para el encargado por ejemplo.
El papel de las explicaciones en nuestras vidas es crucial y no es la idea extenderse más aquí. Al lector interesado lo invito a revisar el planteamiento de H.Maturana sobre el explicar. Pueden ver un resumen en mi blog cuya dirección anoté al final.
Volviendo al ejemplo de la mesa, no podríamos haber consolado a la señora castigando a la tapa y diciéndole “tapa tonta”, pero explicar el incidente aduciendo un defecto de la tapa es, en cierta medida, “culpar a la mesa”. Es desapropiarse, es decir “pasó lo que pasó”, en definitiva .... es no decir nada. No provoca acción. Utilizar esta idea de desapropiación-apropiación es muy útil. Nos hace pensar en la factibilidad de tomar las riendas de nuestras cosas, nos hace ser más proactivos.
Claro está que no somos magos. Hay miles de cosas que no podemos controlar, pero podemos controlar nuestras reacciones ante esas cosas, nuestra respuesta, podemos adoptar una u otra explicación a los sucesos. En definitiva, podemos escoger el camino de acción y, por lo tanto, podemos diseñar lo que deseamos que suceda.. No deberíamos esperar que las cosas sucedan. En realidad son las cosas las que están esperando que nosotros las hagamos suceder.

QUÉ SON LAS EXPLICACIONES. La visión de H.Maturana

Este texto es uno de las capítulos del libro La objetividad, un argumento para obligar de H. Maturana.


Explicaciones

A nosotros, seres humanos occidentales y modernos, miembros de una tradición cultural greco-judeo-cristiana a la cual la ciencia moderna pertenece, nos gusta explicar y formular preguntas que demandan respuestas explicativas. Además, si estamos en el ánimo de hacer una pregunta que demanda una explicación, nos conformaremos sólo cuando encontremos una respuesta explicativa a nuestra pregunta.

Pero, ¿qué es lo que ocurre en una explicación?, ¿qué debe ocurrir para que digamos que un fenómeno dado o situación ha sido explicada?.

Si ponemos atención a lo que hacemos en nuestra vida diaria cada vez que respondemos a una pregunta con un discurso que es aceptado por un oyente como una explicación, podemos notar dos cosas:

a), que lo que hacemos es proponer una reformulación de una situación particular de nuestra praxis del vivir con otros elementos de nuestra praxis del vivir; y

b), que nuestra reformulación de nuestra praxis del vivir es aceptada por el oyente como una reformulación de su praxis del vivir.

De este modo, por ejemplo, la proposición "usted fue hecho por su madre en su vientre", se vuelve una explicación cuando un niño la acepta como una respuesta a su pregunta: "Madre, ¿cómo nací?". En otras palabras, diariamente la vida nos revela que es el observador quien acepta o rechaza una afirmación como una reformulación de una situación particular de su praxis del vivir con elementos de otras situaciones de su praxis del vivir, quien determina si esa afirmación es o no una explicación. Haciendo esto, el observador acepta o rechaza una reformulación de su praxis del vivir como una explicación de acuerdo a si satisface o no un criterio de aceptación implícito o explícito, que él o ella aplica a través de su forma de escuchar. Si se satisface el criterio de aceptación, la reformulación de la praxis del vivir es aceptada y se constituye en un explicación, la emoción o estado de ánimo del observador cambia de duda o contentamiento, y él o ella deja de hacerse la pregunta.

Como resultado cada manera de escuchar del observador, constituye un criterio para aceptar reformulaciones explicativas del praxis del vivir, define un dominio de explicaciones, y los observadores que afirman aceptar las mismas explicaciones para sus respectivas praxis del vivir. Por consiguiente y sin estar o no conscientes de esto, nosotros como observadores nunca escuchamos en el vacío, siempre aplicamos algún criterio particular de aceptación de lo que sea que oigamos (veamos, toquemos, oigamos..., o pensemos), aceptándolo o rechazándolo de acuerdo a si satisface o no tal criterio en nuestro escuchar. Por cierto esto está ocurriendo ahora con los lectores.Caminos Explicativos

Existen dos modos o maneras fundamentales que un observador puede adoptar para escuchar explicaciones, según si él o ella se hacen o no la pregunta por una explicación biológica de sus habilidades cognitivas. Estas dos maneras de escuchar determinan dos caminos explicativos primarios exclusivos que yo llamo el camino de la objetividad sin paréntesis o de la objetividad trascendental, y el camino de objetividad entre paréntesis o el camino de objetividad constitutiva. Permítaseme describirlas.

i.- En el camino explicativo de la objetividad sin paréntesis, el observador implícita o explícitamente acepta sus habilidades cognitivas tal como sus propiedades constitutivas, y él o ella lo hace así no aceptando o rechazando una completa búsqueda en su origen biológico. Haciendo esto el observador implícita o explícitamente, asume que la existencia tiene lugar con independencia de lo que él o ella hace, que las cosas existen independientemente de si él o ella las conoce, y de si él o ella puede o no conocer acerca de ellas a través de la percepción o la razón.
En este camino explicativo, el observador usa una referencia a alguna entidad tal como materia, energía, mente, conciencia, ideas..., o Dios, como su argumento final para validar y, por lo tanto, para aceptar una reformulación de la praxis del vivir como una explicación de ella. En otras palabras, es el escuchar del observador con un criterio de aceptación que supone una referencia a alguna entidad que existe independientemente de lo que él o ella hace, para que una reformulación de la praxis del vivir sea aceptada como una explicación de ésta, lo que constituye este camino explicativo y, de hecho, lo define.

Por ende, este camino explicativo es constitutivamente ciego (o sordo) a la participación del observador en la constitución de lo que él o ella acepta como una explicación.En este camino explicativo, las entidades asumidas como existentes con independencia de lo que el observador hace, así como esas entidades que surgen como constructos de éstas, constituyen lo real y cualquier otra cosa es una ilusión. En otras palabras, en este camino explicativo sostener que una afirmación dada es una ilusión, es rehusar su realidad, y negar su validez. Por consiguiente, debido a su modo de constitución, este camino explicativo necesariamente lleva al observador a requerir un dominio único de realidad, un universo, una referencia trascendental, como el último recurso de validación para las explicaciones que él o ella acepta, y, como consecuencia, a realizar un continuo intento para explicar todos los aspectos de su praxis del vivir reduciéndolos a aquél.Finalmente, en este camino explicativo, la suposición por diferentes observadores de diferentes tipos de entidades independientes como último recurso de validación de sus explicaciones, constitutivamente los lleva a validar con sus conductas diferentes, y necesariamente mutuamente exclusivos, universos, realidades o dominios de explicaciones objetivas. Por lo tanto, en este camino explicativo las explicaciones suponen la posesión de un acceso privilegiado a una realidad objetiva por el observador que explica, y en él los observadores no se hacen cargo de su mutua negación en sus desacuerdos explicativos ya que ésta es la consecuencia de argumentos cuya validez no depende de ellos. Es en este camino explicativo donde una pretensión de conocimiento es una demanda de obediencia.

ii.- En el camino explicativo de objetividad entre paréntesis el observador explícitamente acepta:

a), que él o ella es, como ser humano, un sistema viviente; b), que sus habilidades cognitivas como observador son fenómenos biológicos ya que son alterados cuando su biología es alterada, y desaparece con él o ella en el momento de la muerte; y c), que si él o ella quiere explicar sus habilidades cognitivas como un observador, él o ella debe hacer-lo mostrando cómo ellos surgen como fenómenos biológicos, en su realización como un sistema viviente. Más aún, adoptando este camino explicativo, el observador tiene que aceptar como sus características constitutivas, todas las características constitutivas de los sistemas vivientes, particularmente sus incapacidades para distinguir en la experiencia lo que en la vida diaria distinguimos como percepción e ilusión. Permítaseme explicar.Cuando nosotros observamos a los animales podemos ver que ellos en general cometen lo que nosotros podemos llamar errores perceptuales. Más aún, nosotros usamos esto en nuestras interacciones con ellos cuando los engañamos en la caza. Así, por ejemplo, en la pesca de la trucha nosotros usamos un anzuelo con plumas que hacemos volar como un insecto a ras de la superficie del agua. Una trucha que ve este engañoso "insecto" y salta para cazarlo, "descubre" sólo al ser atrapado que el insecto era una ilusión. Que el observador sepa, a través de su diseño, que él o ella hayan estado engañando todo el tiempo, no altera esto. Es sólo después de haber sido cazada que la trucha devalúa la experiencia previa de cazar al insecto considerándola una ilusión. Nosotros, observadores, como sistemas vivientes no somos diferentes de la trucha en este aspecto.El uso que nosotros hacemos en la vida diaria de las palabras mentira y error, revela esto, y la palabra hipocresía demuestra que nosotros usamos nuestra incapacidad para distinguir en la experiencia entre percepción e ilusión para la manipulación de nuestras relaciones interpersonales. Por cierto, independiente de la avenida sensorial a través de la cual una experiencia ocurre, e independientemente de las circunstancias bajo las cuales esto ocurre, su clasificación como una percepción o como una ilusión es una caracterización de ella que un observador hace a través de una referencia a otra experiencia diferente que, de nuevo, puede ser sólo clasificada como una percepción o como una ilusión a través de una referencia a otra.

De todo esto se concluye que un observador no tiene base operacional para hacer cualquier declaración o afirmación acerca de objetos, entidades o relaciones, como si ellas existieran independientemente de lo que él o ella hace. Más aún, una comunidad de observadores que no puede distinguir en la experiencia entre percepción e ilusión, no está en este aspecto en una posición mejor. Su acuerdo no da validez operacional a una distinción que ninguno de ellos pueda hacer individualmente.

De hecho, una vez que la condición biológica del observador es aceptada, la suposición de que un observador puede hacer cualquier declaración sobre entidades que existen independientemente de qué hace, él o ella, esto es, en un dominio de realidad objetiva, se vuelve o absurda o vacía porque no existe operación del observador que pueda satisfacerla. En el camino de la objetividad entre paréntesis, la existencia es constituida con lo que el observador hace, y el observador trae a la mano los objetos que él o ella distingue con sus operaciones de distinción, como distinciones de distinciones en el len-guaje. Por otra parte, los objetos que el observador trae a la mano en su operación de distinción surgen dotados con las propiedades que realizan las coherencias operacionales en el dominio de la praxis del vivir en las cuales son constituidas.

En el camino de la objetividad entre paréntesis, el observador constituye existencia con sus
operaciones de distinciones. Por estas razones, en el camino de la objetividad entre paréntesis el observador sabe que él o ella no puede usar un objeto que se asume existe como una entidad independiente como un argumento para fundar su explicación. Por cierto, yo llamo este camino explicativo el camino de la objetividad entre paréntesis precisamente por esto, y porque como tal supone, en cambio, reconocer que es el criterio de aceptación que el observador aplica en su escuchar lo que determina las reformulaciones de la praxis del vivir que constituyen explicaciones en él.El hecho de que en este camino explicativo el observador constituya existencia al traer a la mano objetos con sus operaciones de distinción en su praxis del vivir en el lenguaje, tiene tres consecuencias fundamentales:

1) que cada configuración de operaciones de distinciones que el observador ejecuta, especifica un dominio de realidad como un dominio de coherencias operacionales de su praxis del vivir en la cual él o ella trae a la mano un tipo particular de objetos a través de su aplicación (ejemplo: el dominio de existencia física es traído a la mano como un dominio de realidad a través de la aplicación recursiva por el observador, en su praxis del vivir, de la configuración de distinciones constituidas por medidas de masa, distancia y tiempo);

2) que cada dominio de realidad constituye un dominio de explicaciones de la praxis del vivir del observador en tanto él usa recursivamente las coherencias operacionales que la constituyen, para generar reformulaciones explicativas de su praxis del vivir (ejemplo: la aplicación recursiva de las coherencias operacionales de la praxis del vivir del observador que constituye el dominio físico de existencia como el criterio de aceptación para la reformulación explicativa de la praxis del vivir del observador, constituye el dominio de explicaciones físicas);

3) que aun cuando todos los dominios de realidad son diferentes, en término de las coherencias operacionales que los constituyen, y, por ende, no son iguales en la experiencia del observador, ellos son todos igualmente legítimos como dominios de existencia, porque ellos surgen de la misma forma al ser generados a través de la aplicación de operaciones de distinción por el observador, en su praxis del vivir.Se deduce de todo esto:

a) que en el camino explicativo de la objetividad entre paréntesis el observador se encuentra a sí mismo como el generador de toda realidad a través de sus operaciones de distinción en la praxis del vivir;

b) que él o ella puede traer a la mano tantos diferentes pero igualmente legítimos dominios de realidad como diferentes tipos de operaciones de distinción que él o ella realiza en su praxis del vivir;

c) que él o ella puede usar uno u otro de estos diferentes dominios de realidad, como un dominio de explicaciones de acuerdo al criterio de aceptación para una reformulación adecuada de la praxis del vivir que él o ella usa en su escuchar; y

d) que él o ella es operacionalmente responsable de todos los dominios de realidad y de explicaciones que él o ella vive en sus explicaciones de la praxis del vivir.
Se deduce que en este camino explicativo las explicaciones son constitutivamente no reduccionistas y no trascendentales porque en ellas no hay búsqueda de una única explicación última para todo. Por consiguiente, cuando un observador acepta este camino explicativo, él o ella se hace cargo de que dos observadores que generan dos explicaciones que se excluyen mutuamente, frente a dos situaciones que para un tercer observador son la misma, no están dando diferentes explicaciones para la misma situación, sino que los tres están operando en distintos pero igualmente legítimos dominios de realidad, y están explicando diferentes aspectos de sus respectivas praxis de vivir. El observador que sigue este camino explicativo, se da cuenta de que él o ella vive en un multiverso, esto es, en muchos distintos, igualmente legítimos, pero no igualmente deseables realidades explicativas, y que en éste, un desacuerdo explicativo es una invitación a una reflexión responsable en coexistencia, y no una negación irresponsable del otro.
Como resultado, en este camino explicativo una ilusión es la declaración de una distinción escuchada desde un dominio de realidad diferente de aquel en el cual ocurre y donde es válido, y la experiencia de una ilusión es una expresión en el observador de su confusión de dominios explicativos. Todo esto puede ser resumido gráficamente en el diagrama que muestro abajo, y que llamo el diagrama ontológico.

Descriptivamente, lo que es supuesto en estos dos caminos explicativos básicos como dominios ontológicos fundamentales, puede ser resumido como sigue:Un observador en el dominio de ontologías trascendentales sostiene que sus explicaciones son válidas por sus referencias a entidades que él o ella asume que existen independientemente de lo que él o ella hace. Materia, energía, Dios, naturaleza, mente, conciencia..., pueden ser tales entidades, y puede haber allí tantas diferentes clases de ontologías trascendentales como diferentes tipos de entidades que un mismo o diferentes observadores pueden asumir que existe independientemente de lo que él o ella hace, y a fin de validar sus explicaciones. Más aún, diferentes ontologías trascendentales son exclusivas, y cada una constituye todo lo que ahí hay, especificando como si fuera generada por el observador, el único dominio objetivo de realidad que él o ella acepta como un fundamento para su explicación. Debido a esto, para un observador en un dominio ontológico trascendental particular, cualquier afirmación que no pertenezca a él, o que no sea sostenida por él, es
intrínsecamente falsa.

Un observador en el dominio de ontologías constitutivas sostiene que lo que valida sus explicaciones como reformulaciones de su praxis del vivir con elementos de su praxis del vivir, es la actual coherencia operacional que los constituye en su praxis del vivir, independientemente del criterio de aceptación usado. En el dominio de ontologías constitutivas, todo lo que el observador distingue está constituido en su distinción, incluyendo al observador en sí mismo, y es ahí como es constituido. Más aún, en este dominio cada dominio de explicaciones como un dominio de realidad es un dominio en el cual las entidades surgen a través de coherencias operacionales del observador que lo constituye, y, como tal, es un dominio ontológico. Finalmente, en el dominio de ontologías constitutivas, hay tantos dominios de realidad legítimos distintos como dominios de explicaciones que un observador puede traer a la mano a través de las coherencias operacionales de su praxis del vivir, y todo lo que un observador dice, pertenece a uno de ellos. Debido a esto, toda afirmación que un observador hace es válida en algún dominio de realidad, y ninguno es intrínsecamente falso.

Dominios Explicativos

Desde que cada dominio de explicaciones es definido por el criterio de validación usado por el observador para aceptar una reformulación dada de la praxis del vivir como una explicación de ella, hay tantos dominios de explicaciones como criterios de aceptación para explicaciones que un observador puede usar en su escuchar. Al mismo tiempo, y como resultado de esto, cada dominio de explicaciones constituye un dominio de acciones (y de afirmaciones como acciones en un dominio de descripciones) que un observador considera en sus reflexiones como acciones legítimas para un dominio particular de la praxis del vivir porque ellas están respaldados por las explicaciones que él o ella acepta en ese dominio.

Además, y como mostraré más adelante, desde que cada dominio de acciones es aceptado como acciones legítimas en un dominio particular de la praxis del vivir por un observador, es un dominio cognitivo en ese dominio. Cada dominio de explicaciones, al especificar un dominio de acciones legítimas en la praxis del vivir del observador, especifica un dominio cognitivo. Debido a esto, todos los observadores que usan el mismo criterio de validación para sus explicaciones operan en dominios cognitivos que intersectan en aquellos aspectos de su praxis del vivir especificados por sus dominios comunes de explicaciones como dominios de coordinaciones consensuales de acciones, y tienen allí dominios isomórficos de existencia.

Finalmente, si un observador opera en un dominio de explicaciones o en otro, depende de su preferencia (emoción de aceptación) para la premisa básica que constituye el dominio en el cual él o ella opera. Por consiguiente, juegos, ciencia, religiones, doctrinas políticas, sistemas filosóficos, ideologías en general, son diferentes dominios de coherencias operacionales en la praxis del vivir del observador que él o ella vive como diferentes dominios de explicación o como diferentes dominios de acciones (y, por lo tanto, de cognición), de acuerdo a sus diferentes preferencias operacionales. De éstos, ahora sólo consideraré la ciencia, ciencia natural moderna, tanto porque yo soy un científico, como porque la ciencia juega un papel central en la validación del conocimiento en nuestra cultura occidental y, por consiguiente, en nuestras explicaciones y entendimiento del fenómeno ético y social en nuestra cultura presente.

A nosotros, los científicos, nos gusta explicar la praxis del vivir, y la pasión de explicarlo es la emoción fundamental que sostiene lo que hacemos como tales. Más aún, lo que es peculiar a los científicos modernos en general, y especialmente a los científicos naturales modernos en su modo de hacer ciencia, es su peculiar forma de escuchar lo que ellos consideran reformulaciones aceptables de la praxis del vivir, y su serio intento de ser siempre consistentes con ellas en sus afirmaciones acerca de lo que ocurre en sus dominios de experiencia.

Como resultado, la ciencia moderna es un dominio peculiar de explicaciones y de afirmaciones derivadas acerca de la praxis del vivir que es definida y constituida por el observador, en la aplicación del criterio particular de validación de las explicaciones que lo definen. Yo llamo a este criterio de validación de explicaciones, el criterio de validación de las explicaciones científicas. Por cierto, todas aquellas personas que aceptan, y consistentemente usan el criterio de validación de explicaciones científicas para la generación de sus explicaciones, así como también para la validación de sus afirmaciones en un dominio particular, son científicos en ese dominio.

Nosotros, científicos naturales modernos, aceptamos una proposición dada como una explicación científica de una situación particular de nuestra praxis del vivir como observadores (o fenómenos a ser explicados), sólo si ésta describe un mecanismo que produce esa situación o fenómeno como una consecuencia de su operación como una de cuatro condiciones operacionales que el observador puede satisfacer conjuntamente en su praxis del vivir.

Estas cuatro condiciones son:

a) La especificación del fenómeno que ha de ser explicado como una característica de la praxis del vivir del observador a través de la descripción de lo que él o ella debe hacer para experimentarlo.

b) La proposición en la praxis del vivir del observador de un mecanismo que, como una consecuencia de su operación, producirá en él o ella la experiencia del fenómeno por explicar.

c) La deducción desde el mecanismo propuesto en (b) y de todas las coherencias operacionales que éste supone en la praxis del vivir del observador, de otro fenómeno, así como de las operaciones que el observador debe hacer en su praxis del vivir para experimentarlo.

d) La experimentación por parte del observador de aquellos fenómenos adicionales deducidos en (c), en la medida que él o ella ejecuta en su praxis del vivir aquellas operaciones que, de acuerdo con lo que han sido también deducidas en (c), serían generadas en ella cuando él o ella las realiza.
Cuando estas cuatro condiciones han sido satisfechas en la praxis del vivir del observador, y sólo entonces, el mecanismo propuesto en (b) --como un mecanismo generativo que produce, como una consecuencia de su operar, el fenómeno especificado en (a)--, se convierte en una explicación científica de aquel fenómeno para el observador. Más aún, el mecanismo generativo propuesto en (b), permanece para un observador como una explicación científica del fenómeno especificado en (a), solamente mientras todos los fenómenos deducidos en (c) sean experimentados por él o ella, de acuerdo a las indicaciones también deducidas en (c).

Por lo tanto, son científicos sólo aquellos observadores que usan el criterio de validación de explicaciones científicas para la validación de sus explicaciones, y ellos hacen esto evitando cuidadosamente confundir dominios operacionales. Yo llamo a estas cuatro condiciones operacionales el criterio de validación de explicaciones científicas, porque nosotros, científicos naturales modernos, las usamos en la praxis de la investigación científica para la generación de explicaciones científicas. De hecho, lo que yo digo es que la ciencia, como un dominio de explicaciones y afirmaciones, surge en la praxis de los científicos a través de la aplicación del criterio de validación de explicaciones presentadas anteriormente y no a través de la aplicación de un criterio de falsación como fue sugerido por Popper.
Valgan ahora unos comentarios.

i.- Ya que la ciencia surge como un dominio explicativo a través de la aplicación del criterio de validación de las explicaciones científicas, la ciencia, como un dominio de explicaciones y afirmaciones, es válida sólo en la comunidad de observadores (de aquí en adelante llamados observadores estándares) que aceptan y usan para sus explicaciones ese criterio particular. En otras palabras, la ciencia es constitutivamente un dominio de reformulaciones de la praxis del vivir con elementos de la praxis del vivir en una comunidad de observadores estándares, y como tal es un dominio consensual de coordinación de acciones entre los miembros de tal comunidad. Como resultado de esto, los científicos se pueden reemplazar unos a otros en el proceso de generar una explicación científica. Al mismo tiempo, es esta intercambiabilidad constitutiva de los científicos lo que da comienzo a la afirmación de que las explicaciones científicas deben ser corroboradas por observadores independientes. De hecho, cuando dos científicos no pueden coincidir en sus afirmaciones o explicaciones, significa que pertenecen a distintas comunidades consensuales.

ii.- Ya que el criterio de validación de las explicaciones científicas no requiere del supuesto de un mundo objetivo independiente de lo que el observador hace, las explicaciones científicas no caracterizan, denotan o revelan un mundo independiente de lo que el observador hace. Debido a esto, como un dominio de explicaciones y afirmaciones en un dominio de coordinaciones consensuales de acciones en una comunidad de observadores estándares, la ciencia ocurre como un sistema de combinaciones de explicaciones y afirmaciones en la praxis del vivir de observadores estándares que expanden sus praxis del vivir de acuerdo a sus operaciones con aquellas combinaciones de explicaciones y afirmaciones en su praxis del vivir como miembros de una comunidad de observadores estándares.

iii.- Ya que no es medición, cuantificación ni predicción lo que constituye a la ciencia como un dominio de explicaciones y afirmaciones, sino que la aplicación del criterio de validación de las explicaciones científicas por un observador estándar en su praxis del vivir, un observador estándar puede hacer ciencia en cualquier dominio de la praxis del vivir en el cual él o ella aplique este criterio.

iv.- Ya que el criterio de validación de las explicaciones científicas valida como una explicación científica a un mecanismo que genera el fenómeno por explicar como una consecuencia de su operación, el mecanismo explicativo y el fenómeno que ha de ser explicado necesariamente pertenecen a dominios fenoménicos diferentes y no intersectados. Por lo tanto, constitutivamente una explicación científica no consiste en una reducción fenoménica.

v.- Las operaciones que constituyen el criterio de validación de las explicaciones científicas son las mismas que usamos en la validación operacional de la praxis de nuestras vidas diarias como seres humanos. Se deduce de esto que, en un sentido operacional estricto, lo que distinguen un observador en la vida diaria de un observador como un científico, es la orientación emocional del científico al explicar, su consistencia al usar solamente el criterio de validación de las explicaciones científicas para el sistema de explicaciones que él o ella genera en su dominio particular de intereses explicativos, y su compromiso de evitar confundir dominios fenoménicos en su generación de explicaciones científicas.
vi.- Un sistema determinado estructuralmente es un sistema en el cual todo lo que acontece, acontece como un cambio estructural determinado en él en cada instante, por su estructura en ese instante, independiente de si este cambio estructural surge en él en el fluir de su propia dinámica interna, o contingente con sus interacciones. Esto quiere decir que nada externo a un sistema determinado estructuralmente puede especificar los cambios estructurales que él conlleva como una consecuencia de una interacción. Un agente externo que interactúa con un sistema determinado estructuralmente, puede solamente gatillar en él cambios estructurales determinados en él.

Los componentes, además de las relaciones dinámicas o estáticas entre ellos que un observador distingue en cualquier instante como componiendo un sistema determinado estructuralmente como sistema particular, son la estructura de ese sistema. Un sistema dinámico estructuralmente determinado, esto es, un sistema estructuralmente determinado constituido como un sistema en continuos cambios estructurales, es un mecanismo. En estas circunstancias, sostener que el criterio de validación de una explicación científica está centrado en la proposición de un mecanismo que genera el fenómeno a ser explicado como una consecuencia de su operación, es sostener que la ciencia puede solamente tratar con sistemas determinados estructuralmente. 0, en otras palabras, sostener que una explicación científica supone proposiciones de un mecanismo que genera el fenómeno que debe ser explicado, es sostener que el observador puede proponer explicaciones científicas sólo en esos dominios de coherencias operacionales de su praxis del vivir, en el cual él o ella distingue sistemas estructuralmente determinados.

vii.- Aunque la praxis de la ciencia supone la aplicación del criterio de validación de las explicaciones científicas, la mayoría de los científicos no están conscientes de las implicaciones epistemológicas y ontológicas de lo que hacen, porque para ellos ciencia es un dominio de praxis y no un dominio de reflexiones. Algo similar acontece a muchos filósofos que no entienden qué ocurre en la ciencia, porque para ellos ciencia es un dominio de reflexiones, y no un dominio de praxis.

Como resultado, ambos usualmente siguen una tendencia general de nuestra cultura occidental y,

a) aceptan las explicaciones científicas como proposiciones reduccionistas, bajo la creencia implícita que ellas consisten en expresar el fenómeno por explicar en términos más fundamentales y,

b) no ven el carácter generativo de las explicaciones científicas, porque ellos están bajo la creencia implícita o explícita de que la validez de las explicaciones científicas depende de sus referencias directas o indirectas a una realidad objetiva independiente de lo que el observador hace.

Finalmente, debido a esta usual ceguera sobre lo que constituye una explicación científica en ciencia moderna, ambos, científicos y filósofos, frecuentemente creen que, en nuestra cultura, ser objetivo en la praxis de la ciencia y la filosofía quiere decir que las afirmaciones o explicaciones que hacen, son válidas por su referencia a una realidad independiente. En la práctica, sin embargo, para un científico ser objetivo sólo significa abandonar su deseo de un resultado particular en su investigación, para no oscurecer su impecabilidad como generador de explicaciones científicas en términos operacionales que ha presentado anteriormente.
viii. -El supuesto implícito o explícito de que las afirmaciones científicas se refieren a una realidad objetiva e independiente, usualmente lleva a la creencia (y a la emoción de certeza que la respalda) de que es en principio posible encontrar, para cualquier dilema de la vida humana, un argumento objetivo (trascendental) que lo resuelve, y cuya referencia a lo real lo hace constitutivamente innegable y racionalmente válido. Sin embargo, existe al mismo tiempo en nuestra cultura occidental una duda frecuente sobre la posibilidad de que la ciencia sea del todo capaz de explicar ciertas características de la praxis del vivir, como los fenómenos síquicos y espirituales, precisamente debido a la naturaleza mecánica de las explicaciones científicas y a su carácter reduccionista. Lo que he dicho anteriormente, sin embargo, muestra que esta forma de pensar supone un malentendido sobre las explicaciones científicas que, para mi propósito en este libro, es necesario disipar.Como he dicho, las explicaciones científicas son no-reduccionistas. Por el contrario; desde que una explicación científica es la proposición de un mecanismo generativo que produce como una consecuencia de su operación el fenómeno por explicar en un dominio fenoménico diferente de aquel en el cual éste ocurre, una explicación científica constituye y valida la existencia de dominios fenoménicos no intersectados, completamente diferentes que son intrínsecamente no reducibles uno al otro. Así, el carácter mecanicista de las explicaciones científicas constitutivamente no niega la posibilidad de una explicación científica de un fenómeno psíquico o espiritual. Por el contrario, abre la posibilidad de explicarlos como un fenómeno biológico.

De hecho, el carácter mecanicista de las explicaciones científicas especifica que para explicar fenómenos síquicos y espirituales como fenómenos biológicos, el observador debe proponer un mecanismo generativo que se le aplique a él o a ella como sistema viviente y que dé origen a tal fenómeno como una consecuencia de su operación. Un mecanismo que pudiera generar fenómenos síquicos y espirituales como una consecuencia de su operación no negaría su carácter experiencial peculiar, porque constituiría el dominio fenoménico en el cual ocurren como un dominio fenoménico que no se mezcla con el dominio fenoménico en el cual ocurren como un mecanismo generativo.Einstein dijo en una ocasión que las teorías científicas eran libres creaciones de la mente humana. Lo que he dicho anteriormente sobre el criterio de validación de las explicaciones científicas muestra que esto, de hecho, tiene que ser así. Ambos, el fenómeno por explicar y el mecanismo generativo propuesto, son propuestos por el observador en el fluir de su praxis del vivir, y tal como le pasan a él o a ella, los vive como experiencias que surgen en él o ella de ninguna parte. En su diario vivir, el observador los trae a la mano a priori, aun si después él o ella puede construir justificaciones racionales para ellas. Einstein también dijo que lo maravilloso es que las teorías científicas puedan ser usadas para explicar el mundo en circunstancias que son libres creaciones humanas. Que esto debiera ser así es también evidente desde el criterio de validación de explicaciones científicas. De hecho, las explicaciones científicas no explican un mundo independiente, ellas explican la experiencia del observador, y éste es el mundo que él o ella vive.
Este texto es uno de las capítulos del libro La objetividad, un argumento para obligar de H. Maturana.

viernes, 25 de abril de 2008

Es más fácil disolver los problemas que resolverlos

Todos tenemos problemas y queremos resolverlos. Problemas en el trabajo, en el ámbito familiar, financiero...en fin. Pero, tenemos problemas ? Podemos afirmar que éstos existen con independencia de nuestra forma de ver las cosas ?. Definitivamente no.
Los seres humanos somos seres interpretativos; le damos un sentido a lo que nos acontece, interpretamos el "suceder" de las cosas pero sólo sabemos cómo las vemos; no como ellas son. Para que exista un problema debe ser visto como tal por alguien. No podría existir un problema si nadie lo ve así. Por lo tanto, un problema no es más que el juicio que un ser humano se forma sobre lo que le acontece y habla de la manera en que dicho ser humano se relaciona con ese aspecto del acontecer; no del suceso en si mismo.
Con arreglo al planteamiento anterior, parece ser que todo aquello que nos hace sufrir, se origina en el tipo de observador que somos, en la forma en que percibimos y en que nos percibimos a nosotros mismos. Y el tipo de observador que somos depende de nuestra historia, nuestras creencias, nuestros valores, nuestras explicaciones sobre cómo las cosas funcionan y sobre cómo funcionamos. Si toda la vida nos hemos sentido victimas de las circunstancias, declararemos un abanico de problemas distinto de quien siempre ha sentido que es el dueño de su propio futuro. Tendemos a pensar que percibimos con los sentidos y que éstos nos dan información "objetiva" sobre lo que hay "allá afuera". Sin embargo, percibimos con nuestras "distinciones", con nuestros "convencimientos", con nuestras "certezas", con nuestros "conceptos" (aunque ésta última palabra no sea adecuada ya que está definida como una representación de la realidad). Podemos afirmar entonces que percibimos con aquello que nos distingue como "el observador específico que somos" cada uno de los seres humanos.
Esta forma de ver las cosas tiene alcances tan dramáticos como importantes para el desarrollo personal. Vistas así las cosas, muchos (si no todos) nuestros problemas no tienen que resolverse; tienen que Disolverse. Así de simple. Si queremos que no existan..... no existen.
Lejos de ser estra última declaración una frase simplista, se fundamenta en una concepción profundamente ontológica y constructivista del ser humano. Una concepción que nos permite generar cambios personales revolucionarios de cara a nuestro desarrollo personal en todos los planos de nuestra existencia. En resumen, nos permite vivir más felices y tranquilos, más plenos y realizados, en comunión y armonía con el entorno.
Esta forma de ver las cosas tiene implicancias muy beneficiosas para todos nosotros. En primer lugar, nos sitúa como los responsables de nosotros mismos. Nos permite vivir la vida de acuerdo al guión escrito por nosotros y no de acuerdo al que nos escriben otros. Cuántas veces no nos hemos dicho: "mi esposa no me deja......", "mi nivel profesional no me permite ....", "si yo hubiese tenido..... ".
Estas frases no están reflejando una realidad, están hablando del que las dice: "dime cómo juzgas y te diré cómo observas".
Podemos ser felices. Podemos lograr nuestros propósitos personales, laborales, familiares, comerciales .... en fin. Los seres humanos son plenamente capaces de vivir la vida que cada uno se fabricó y no solamente la vida "que nos tocó vivir". Podemos dejar de actuar según los libretos agenos y seguir nuestra propia orientación. Eso, de por si, entrega felicidad. Yo lo hice y lo hago a diario. Logré levantarme en las mañanas a vivir un mundo que no existe, que yo construyo día a día. (aunque parezca jocoso, esta visión me permitió dejar de fumar definitivamente en 10 minutos después de fumar 25 cigarrillos al día durante 35 años !!!).

Existe la tolerancia ? Somos tolerantes los seres humanos ?

La famosa frase de Voltaire "no comparto tu opinión pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla" parece un homenaje a la tolerancia. Y para muchos lo es. Sin embargo se exhibe en el mural de la historia como una figura lingüística estética que de poco ha servido en términos prácticos para alimentar el cariño y contribuir a la armonía entre los seres humanos. Y quizás el problema estriba en nuestra idea de tolerancia.

A qué nos referimos cuando hablamos de tolerancia ? qué tipo de acción esperamos de aquél al que llamamos tolerante o de quien exigimos tolerancia ? Como afirma R. Echeverría las emociones y los estados de ánimo son esencialmente incomunicables y suponemos que dos individuos sienten lo mismo por el tipo de conducta esperable asociada a una emoción. La tolerancia es un estado de ánimo, una disposición automática a la acción pero, qué acción ? Si afirmo que soy tolerante implícitamente estoy diciendo que actúo de cierta forma, que frente a ciertas situaciones respondo de determinada manera: de qué manera ?


Los seres humanos no han mostrado a lo largo de su historia una actitud de tolerancia y en los últimos tiempos se ha desdibujado aún más esta característica que pretende ser una virtud. El histórico conflicto árabe-israelí no es precisamente un ejemplo de esa virtud. Tampoco constituye un ejemplo el mensaje de Bush "somos el faro más brillante de la libertad y oportunidad en el mundo y nadie hará que esa luz deje de brillar", sin perjuicio de la legitimidad de sus deseos y valores. Tampoco se observa tolerancia en la filosofía de Osama Bin Laden ni en los planteamientos religiosos que sustentan su actuar. En el escudo Chileno está inscrita una leyenda que reza "por la razón o la fuerza". En 1973 dos grupos de chilenos no se toleraron más ..... en fin, los ejemplos son muchos y refuerzan la convicción de que la tolerancia es una virtud sumamente esquiva y resbaladiza.

La tolerancia entendida como la entendemos hoy definitivamente no sirve. No se trata más que de una suerte de resignación a convivir con un "equivocado". Y esta resignación está basada más bien en la precariedad de las capacidades de ataque necesarias para actuar en contra del "equivocado" que en una saludable intención de vivir en armonía. Hablar de tolerancia hoy es en realidad hablar de una "negación postergada" del otro (Maturana). Postergada porque hoy te "aguanto" pero sólo hasta que dure mi paciencia. Y cuando se trata de grandes conglomerados políticos o países, esa paciencia es inversamente proporcional al potencial bélico.

Esta concepción poco útil de tolerancia descansa en la propia forma en que los seres humanos observamos y nos observamos a nosotros mismos. Creemos que tenemos acceso a verdades objetivas, a realidades independientes de nosotros en cuanto observadores y actuamos amparados en la convicción bipolar de que tenemos la verdad o de que estamos equivocados. Si estamos conectados con la verdad, negamos al otro deslegitimándolo. Si nos juzgamos equivocados, nos negamos a nosotros mismos. Es decir, no aceptamos que aquello a lo que llamamos equivocación no es más que una forma distinta pero válida de ver el mundo, de explicar las cosas. Ni siquiera nos lo aceptamos a nosotros mismos !. Visto así el panorama, pierde sentido el "encontrar razón" o el "estar en lo correcto" o el "estar equivocado" y, en consecuencia pierde significado la "tolerancia". Qué sentido tendría tolerar a otro si pienso que su visión es tan legítima o válida como la mía ? (aunque no necesariamente deseable); la tolerancia desaparecería como distinción lingüística.


La tolerancia sólo puede existir si existen quienes se consideran con el privilegio de "estar conectados con la verdad". La sola presencia de la idea de tolerancia, refleja las profundas contradicciones humanas ya que si éstas se disiparan, la tolerancia se volvería consustancial al actuar y dejaríamos de distinguirla. Resulta paradojal pensar que cambiando nuestra mirada ontológica sobre el acontecer -conjurando la existencia de verdades absolutas- se diluiría la propia tolerancia. Dejaría paso a una tolerancia “benigna” en calidad de característica inherente de los seres humanos, hija y catalizadora del amor, ese amor que, como sugiere el título de un libro de Maturana, es uno de los fundamentos olvidados de lo humano.