Este texto es uno de las capítulos del libro La objetividad, un argumento para obligar de H. Maturana.
Explicaciones
A nosotros, seres humanos occidentales y modernos, miembros de una tradición cultural greco-judeo-cristiana a la cual la ciencia moderna pertenece, nos gusta explicar y formular preguntas que demandan respuestas explicativas. Además, si estamos en el ánimo de hacer una pregunta que demanda una explicación, nos conformaremos sólo cuando encontremos una respuesta explicativa a nuestra pregunta.
Explicaciones
A nosotros, seres humanos occidentales y modernos, miembros de una tradición cultural greco-judeo-cristiana a la cual la ciencia moderna pertenece, nos gusta explicar y formular preguntas que demandan respuestas explicativas. Además, si estamos en el ánimo de hacer una pregunta que demanda una explicación, nos conformaremos sólo cuando encontremos una respuesta explicativa a nuestra pregunta.
Pero, ¿qué es lo que ocurre en una explicación?, ¿qué debe ocurrir para que digamos que un fenómeno dado o situación ha sido explicada?.
Si ponemos atención a lo que hacemos en nuestra vida diaria cada vez que respondemos a una pregunta con un discurso que es aceptado por un oyente como una explicación, podemos notar dos cosas:
a), que lo que hacemos es proponer una reformulación de una situación particular de nuestra praxis del vivir con otros elementos de nuestra praxis del vivir; y
b), que nuestra reformulación de nuestra praxis del vivir es aceptada por el oyente como una reformulación de su praxis del vivir.
De este modo, por ejemplo, la proposición "usted fue hecho por su madre en su vientre", se vuelve una explicación cuando un niño la acepta como una respuesta a su pregunta: "Madre, ¿cómo nací?". En otras palabras, diariamente la vida nos revela que es el observador quien acepta o rechaza una afirmación como una reformulación de una situación particular de su praxis del vivir con elementos de otras situaciones de su praxis del vivir, quien determina si esa afirmación es o no una explicación. Haciendo esto, el observador acepta o rechaza una reformulación de su praxis del vivir como una explicación de acuerdo a si satisface o no un criterio de aceptación implícito o explícito, que él o ella aplica a través de su forma de escuchar. Si se satisface el criterio de aceptación, la reformulación de la praxis del vivir es aceptada y se constituye en un explicación, la emoción o estado de ánimo del observador cambia de duda o contentamiento, y él o ella deja de hacerse la pregunta.
Como resultado cada manera de escuchar del observador, constituye un criterio para aceptar reformulaciones explicativas del praxis del vivir, define un dominio de explicaciones, y los observadores que afirman aceptar las mismas explicaciones para sus respectivas praxis del vivir. Por consiguiente y sin estar o no conscientes de esto, nosotros como observadores nunca escuchamos en el vacío, siempre aplicamos algún criterio particular de aceptación de lo que sea que oigamos (veamos, toquemos, oigamos..., o pensemos), aceptándolo o rechazándolo de acuerdo a si satisface o no tal criterio en nuestro escuchar. Por cierto esto está ocurriendo ahora con los lectores.Caminos Explicativos
Existen dos modos o maneras fundamentales que un observador puede adoptar para escuchar explicaciones, según si él o ella se hacen o no la pregunta por una explicación biológica de sus habilidades cognitivas. Estas dos maneras de escuchar determinan dos caminos explicativos primarios exclusivos que yo llamo el camino de la objetividad sin paréntesis o de la objetividad trascendental, y el camino de objetividad entre paréntesis o el camino de objetividad constitutiva. Permítaseme describirlas.
i.- En el camino explicativo de la objetividad sin paréntesis, el observador implícita o explícitamente acepta sus habilidades cognitivas tal como sus propiedades constitutivas, y él o ella lo hace así no aceptando o rechazando una completa búsqueda en su origen biológico. Haciendo esto el observador implícita o explícitamente, asume que la existencia tiene lugar con independencia de lo que él o ella hace, que las cosas existen independientemente de si él o ella las conoce, y de si él o ella puede o no conocer acerca de ellas a través de la percepción o la razón.
En este camino explicativo, el observador usa una referencia a alguna entidad tal como materia, energía, mente, conciencia, ideas..., o Dios, como su argumento final para validar y, por lo tanto, para aceptar una reformulación de la praxis del vivir como una explicación de ella. En otras palabras, es el escuchar del observador con un criterio de aceptación que supone una referencia a alguna entidad que existe independientemente de lo que él o ella hace, para que una reformulación de la praxis del vivir sea aceptada como una explicación de ésta, lo que constituye este camino explicativo y, de hecho, lo define.
Por ende, este camino explicativo es constitutivamente ciego (o sordo) a la participación del observador en la constitución de lo que él o ella acepta como una explicación.En este camino explicativo, las entidades asumidas como existentes con independencia de lo que el observador hace, así como esas entidades que surgen como constructos de éstas, constituyen lo real y cualquier otra cosa es una ilusión. En otras palabras, en este camino explicativo sostener que una afirmación dada es una ilusión, es rehusar su realidad, y negar su validez. Por consiguiente, debido a su modo de constitución, este camino explicativo necesariamente lleva al observador a requerir un dominio único de realidad, un universo, una referencia trascendental, como el último recurso de validación para las explicaciones que él o ella acepta, y, como consecuencia, a realizar un continuo intento para explicar todos los aspectos de su praxis del vivir reduciéndolos a aquél.Finalmente, en este camino explicativo, la suposición por diferentes observadores de diferentes tipos de entidades independientes como último recurso de validación de sus explicaciones, constitutivamente los lleva a validar con sus conductas diferentes, y necesariamente mutuamente exclusivos, universos, realidades o dominios de explicaciones objetivas. Por lo tanto, en este camino explicativo las explicaciones suponen la posesión de un acceso privilegiado a una realidad objetiva por el observador que explica, y en él los observadores no se hacen cargo de su mutua negación en sus desacuerdos explicativos ya que ésta es la consecuencia de argumentos cuya validez no depende de ellos. Es en este camino explicativo donde una pretensión de conocimiento es una demanda de obediencia.
ii.- En el camino explicativo de objetividad entre paréntesis el observador explícitamente acepta:
a), que él o ella es, como ser humano, un sistema viviente; b), que sus habilidades cognitivas como observador son fenómenos biológicos ya que son alterados cuando su biología es alterada, y desaparece con él o ella en el momento de la muerte; y c), que si él o ella quiere explicar sus habilidades cognitivas como un observador, él o ella debe hacer-lo mostrando cómo ellos surgen como fenómenos biológicos, en su realización como un sistema viviente. Más aún, adoptando este camino explicativo, el observador tiene que aceptar como sus características constitutivas, todas las características constitutivas de los sistemas vivientes, particularmente sus incapacidades para distinguir en la experiencia lo que en la vida diaria distinguimos como percepción e ilusión. Permítaseme explicar.Cuando nosotros observamos a los animales podemos ver que ellos en general cometen lo que nosotros podemos llamar errores perceptuales. Más aún, nosotros usamos esto en nuestras interacciones con ellos cuando los engañamos en la caza. Así, por ejemplo, en la pesca de la trucha nosotros usamos un anzuelo con plumas que hacemos volar como un insecto a ras de la superficie del agua. Una trucha que ve este engañoso "insecto" y salta para cazarlo, "descubre" sólo al ser atrapado que el insecto era una ilusión. Que el observador sepa, a través de su diseño, que él o ella hayan estado engañando todo el tiempo, no altera esto. Es sólo después de haber sido cazada que la trucha devalúa la experiencia previa de cazar al insecto considerándola una ilusión. Nosotros, observadores, como sistemas vivientes no somos diferentes de la trucha en este aspecto.El uso que nosotros hacemos en la vida diaria de las palabras mentira y error, revela esto, y la palabra hipocresía demuestra que nosotros usamos nuestra incapacidad para distinguir en la experiencia entre percepción e ilusión para la manipulación de nuestras relaciones interpersonales. Por cierto, independiente de la avenida sensorial a través de la cual una experiencia ocurre, e independientemente de las circunstancias bajo las cuales esto ocurre, su clasificación como una percepción o como una ilusión es una caracterización de ella que un observador hace a través de una referencia a otra experiencia diferente que, de nuevo, puede ser sólo clasificada como una percepción o como una ilusión a través de una referencia a otra.
De todo esto se concluye que un observador no tiene base operacional para hacer cualquier declaración o afirmación acerca de objetos, entidades o relaciones, como si ellas existieran independientemente de lo que él o ella hace. Más aún, una comunidad de observadores que no puede distinguir en la experiencia entre percepción e ilusión, no está en este aspecto en una posición mejor. Su acuerdo no da validez operacional a una distinción que ninguno de ellos pueda hacer individualmente.
De hecho, una vez que la condición biológica del observador es aceptada, la suposición de que un observador puede hacer cualquier declaración sobre entidades que existen independientemente de qué hace, él o ella, esto es, en un dominio de realidad objetiva, se vuelve o absurda o vacía porque no existe operación del observador que pueda satisfacerla. En el camino de la objetividad entre paréntesis, la existencia es constituida con lo que el observador hace, y el observador trae a la mano los objetos que él o ella distingue con sus operaciones de distinción, como distinciones de distinciones en el len-guaje. Por otra parte, los objetos que el observador trae a la mano en su operación de distinción surgen dotados con las propiedades que realizan las coherencias operacionales en el dominio de la praxis del vivir en las cuales son constituidas.
En el camino de la objetividad entre paréntesis, el observador constituye existencia con sus
operaciones de distinciones. Por estas razones, en el camino de la objetividad entre paréntesis el observador sabe que él o ella no puede usar un objeto que se asume existe como una entidad independiente como un argumento para fundar su explicación. Por cierto, yo llamo este camino explicativo el camino de la objetividad entre paréntesis precisamente por esto, y porque como tal supone, en cambio, reconocer que es el criterio de aceptación que el observador aplica en su escuchar lo que determina las reformulaciones de la praxis del vivir que constituyen explicaciones en él.El hecho de que en este camino explicativo el observador constituya existencia al traer a la mano objetos con sus operaciones de distinción en su praxis del vivir en el lenguaje, tiene tres consecuencias fundamentales:
1) que cada configuración de operaciones de distinciones que el observador ejecuta, especifica un dominio de realidad como un dominio de coherencias operacionales de su praxis del vivir en la cual él o ella trae a la mano un tipo particular de objetos a través de su aplicación (ejemplo: el dominio de existencia física es traído a la mano como un dominio de realidad a través de la aplicación recursiva por el observador, en su praxis del vivir, de la configuración de distinciones constituidas por medidas de masa, distancia y tiempo);
2) que cada dominio de realidad constituye un dominio de explicaciones de la praxis del vivir del observador en tanto él usa recursivamente las coherencias operacionales que la constituyen, para generar reformulaciones explicativas de su praxis del vivir (ejemplo: la aplicación recursiva de las coherencias operacionales de la praxis del vivir del observador que constituye el dominio físico de existencia como el criterio de aceptación para la reformulación explicativa de la praxis del vivir del observador, constituye el dominio de explicaciones físicas);
3) que aun cuando todos los dominios de realidad son diferentes, en término de las coherencias operacionales que los constituyen, y, por ende, no son iguales en la experiencia del observador, ellos son todos igualmente legítimos como dominios de existencia, porque ellos surgen de la misma forma al ser generados a través de la aplicación de operaciones de distinción por el observador, en su praxis del vivir.Se deduce de todo esto:
a) que en el camino explicativo de la objetividad entre paréntesis el observador se encuentra a sí mismo como el generador de toda realidad a través de sus operaciones de distinción en la praxis del vivir;
b) que él o ella puede traer a la mano tantos diferentes pero igualmente legítimos dominios de realidad como diferentes tipos de operaciones de distinción que él o ella realiza en su praxis del vivir;
c) que él o ella puede usar uno u otro de estos diferentes dominios de realidad, como un dominio de explicaciones de acuerdo al criterio de aceptación para una reformulación adecuada de la praxis del vivir que él o ella usa en su escuchar; y
d) que él o ella es operacionalmente responsable de todos los dominios de realidad y de explicaciones que él o ella vive en sus explicaciones de la praxis del vivir.
Se deduce que en este camino explicativo las explicaciones son constitutivamente no reduccionistas y no trascendentales porque en ellas no hay búsqueda de una única explicación última para todo. Por consiguiente, cuando un observador acepta este camino explicativo, él o ella se hace cargo de que dos observadores que generan dos explicaciones que se excluyen mutuamente, frente a dos situaciones que para un tercer observador son la misma, no están dando diferentes explicaciones para la misma situación, sino que los tres están operando en distintos pero igualmente legítimos dominios de realidad, y están explicando diferentes aspectos de sus respectivas praxis de vivir. El observador que sigue este camino explicativo, se da cuenta de que él o ella vive en un multiverso, esto es, en muchos distintos, igualmente legítimos, pero no igualmente deseables realidades explicativas, y que en éste, un desacuerdo explicativo es una invitación a una reflexión responsable en coexistencia, y no una negación irresponsable del otro.
Como resultado, en este camino explicativo una ilusión es la declaración de una distinción escuchada desde un dominio de realidad diferente de aquel en el cual ocurre y donde es válido, y la experiencia de una ilusión es una expresión en el observador de su confusión de dominios explicativos. Todo esto puede ser resumido gráficamente en el diagrama que muestro abajo, y que llamo el diagrama ontológico.
Descriptivamente, lo que es supuesto en estos dos caminos explicativos básicos como dominios ontológicos fundamentales, puede ser resumido como sigue:Un observador en el dominio de ontologías trascendentales sostiene que sus explicaciones son válidas por sus referencias a entidades que él o ella asume que existen independientemente de lo que él o ella hace. Materia, energía, Dios, naturaleza, mente, conciencia..., pueden ser tales entidades, y puede haber allí tantas diferentes clases de ontologías trascendentales como diferentes tipos de entidades que un mismo o diferentes observadores pueden asumir que existe independientemente de lo que él o ella hace, y a fin de validar sus explicaciones. Más aún, diferentes ontologías trascendentales son exclusivas, y cada una constituye todo lo que ahí hay, especificando como si fuera generada por el observador, el único dominio objetivo de realidad que él o ella acepta como un fundamento para su explicación. Debido a esto, para un observador en un dominio ontológico trascendental particular, cualquier afirmación que no pertenezca a él, o que no sea sostenida por él, es
intrínsecamente falsa.
Un observador en el dominio de ontologías constitutivas sostiene que lo que valida sus explicaciones como reformulaciones de su praxis del vivir con elementos de su praxis del vivir, es la actual coherencia operacional que los constituye en su praxis del vivir, independientemente del criterio de aceptación usado. En el dominio de ontologías constitutivas, todo lo que el observador distingue está constituido en su distinción, incluyendo al observador en sí mismo, y es ahí como es constituido. Más aún, en este dominio cada dominio de explicaciones como un dominio de realidad es un dominio en el cual las entidades surgen a través de coherencias operacionales del observador que lo constituye, y, como tal, es un dominio ontológico. Finalmente, en el dominio de ontologías constitutivas, hay tantos dominios de realidad legítimos distintos como dominios de explicaciones que un observador puede traer a la mano a través de las coherencias operacionales de su praxis del vivir, y todo lo que un observador dice, pertenece a uno de ellos. Debido a esto, toda afirmación que un observador hace es válida en algún dominio de realidad, y ninguno es intrínsecamente falso.
Dominios Explicativos
Desde que cada dominio de explicaciones es definido por el criterio de validación usado por el observador para aceptar una reformulación dada de la praxis del vivir como una explicación de ella, hay tantos dominios de explicaciones como criterios de aceptación para explicaciones que un observador puede usar en su escuchar. Al mismo tiempo, y como resultado de esto, cada dominio de explicaciones constituye un dominio de acciones (y de afirmaciones como acciones en un dominio de descripciones) que un observador considera en sus reflexiones como acciones legítimas para un dominio particular de la praxis del vivir porque ellas están respaldados por las explicaciones que él o ella acepta en ese dominio.
Además, y como mostraré más adelante, desde que cada dominio de acciones es aceptado como acciones legítimas en un dominio particular de la praxis del vivir por un observador, es un dominio cognitivo en ese dominio. Cada dominio de explicaciones, al especificar un dominio de acciones legítimas en la praxis del vivir del observador, especifica un dominio cognitivo. Debido a esto, todos los observadores que usan el mismo criterio de validación para sus explicaciones operan en dominios cognitivos que intersectan en aquellos aspectos de su praxis del vivir especificados por sus dominios comunes de explicaciones como dominios de coordinaciones consensuales de acciones, y tienen allí dominios isomórficos de existencia.
Finalmente, si un observador opera en un dominio de explicaciones o en otro, depende de su preferencia (emoción de aceptación) para la premisa básica que constituye el dominio en el cual él o ella opera. Por consiguiente, juegos, ciencia, religiones, doctrinas políticas, sistemas filosóficos, ideologías en general, son diferentes dominios de coherencias operacionales en la praxis del vivir del observador que él o ella vive como diferentes dominios de explicación o como diferentes dominios de acciones (y, por lo tanto, de cognición), de acuerdo a sus diferentes preferencias operacionales. De éstos, ahora sólo consideraré la ciencia, ciencia natural moderna, tanto porque yo soy un científico, como porque la ciencia juega un papel central en la validación del conocimiento en nuestra cultura occidental y, por consiguiente, en nuestras explicaciones y entendimiento del fenómeno ético y social en nuestra cultura presente.
A nosotros, los científicos, nos gusta explicar la praxis del vivir, y la pasión de explicarlo es la emoción fundamental que sostiene lo que hacemos como tales. Más aún, lo que es peculiar a los científicos modernos en general, y especialmente a los científicos naturales modernos en su modo de hacer ciencia, es su peculiar forma de escuchar lo que ellos consideran reformulaciones aceptables de la praxis del vivir, y su serio intento de ser siempre consistentes con ellas en sus afirmaciones acerca de lo que ocurre en sus dominios de experiencia.
Como resultado, la ciencia moderna es un dominio peculiar de explicaciones y de afirmaciones derivadas acerca de la praxis del vivir que es definida y constituida por el observador, en la aplicación del criterio particular de validación de las explicaciones que lo definen. Yo llamo a este criterio de validación de explicaciones, el criterio de validación de las explicaciones científicas. Por cierto, todas aquellas personas que aceptan, y consistentemente usan el criterio de validación de explicaciones científicas para la generación de sus explicaciones, así como también para la validación de sus afirmaciones en un dominio particular, son científicos en ese dominio.
Nosotros, científicos naturales modernos, aceptamos una proposición dada como una explicación científica de una situación particular de nuestra praxis del vivir como observadores (o fenómenos a ser explicados), sólo si ésta describe un mecanismo que produce esa situación o fenómeno como una consecuencia de su operación como una de cuatro condiciones operacionales que el observador puede satisfacer conjuntamente en su praxis del vivir.
Estas cuatro condiciones son:
a) La especificación del fenómeno que ha de ser explicado como una característica de la praxis del vivir del observador a través de la descripción de lo que él o ella debe hacer para experimentarlo.
b) La proposición en la praxis del vivir del observador de un mecanismo que, como una consecuencia de su operación, producirá en él o ella la experiencia del fenómeno por explicar.
c) La deducción desde el mecanismo propuesto en (b) y de todas las coherencias operacionales que éste supone en la praxis del vivir del observador, de otro fenómeno, así como de las operaciones que el observador debe hacer en su praxis del vivir para experimentarlo.
d) La experimentación por parte del observador de aquellos fenómenos adicionales deducidos en (c), en la medida que él o ella ejecuta en su praxis del vivir aquellas operaciones que, de acuerdo con lo que han sido también deducidas en (c), serían generadas en ella cuando él o ella las realiza.
Cuando estas cuatro condiciones han sido satisfechas en la praxis del vivir del observador, y sólo entonces, el mecanismo propuesto en (b) --como un mecanismo generativo que produce, como una consecuencia de su operar, el fenómeno especificado en (a)--, se convierte en una explicación científica de aquel fenómeno para el observador. Más aún, el mecanismo generativo propuesto en (b), permanece para un observador como una explicación científica del fenómeno especificado en (a), solamente mientras todos los fenómenos deducidos en (c) sean experimentados por él o ella, de acuerdo a las indicaciones también deducidas en (c).
Por lo tanto, son científicos sólo aquellos observadores que usan el criterio de validación de explicaciones científicas para la validación de sus explicaciones, y ellos hacen esto evitando cuidadosamente confundir dominios operacionales. Yo llamo a estas cuatro condiciones operacionales el criterio de validación de explicaciones científicas, porque nosotros, científicos naturales modernos, las usamos en la praxis de la investigación científica para la generación de explicaciones científicas. De hecho, lo que yo digo es que la ciencia, como un dominio de explicaciones y afirmaciones, surge en la praxis de los científicos a través de la aplicación del criterio de validación de explicaciones presentadas anteriormente y no a través de la aplicación de un criterio de falsación como fue sugerido por Popper.
Valgan ahora unos comentarios.
i.- Ya que la ciencia surge como un dominio explicativo a través de la aplicación del criterio de validación de las explicaciones científicas, la ciencia, como un dominio de explicaciones y afirmaciones, es válida sólo en la comunidad de observadores (de aquí en adelante llamados observadores estándares) que aceptan y usan para sus explicaciones ese criterio particular. En otras palabras, la ciencia es constitutivamente un dominio de reformulaciones de la praxis del vivir con elementos de la praxis del vivir en una comunidad de observadores estándares, y como tal es un dominio consensual de coordinación de acciones entre los miembros de tal comunidad. Como resultado de esto, los científicos se pueden reemplazar unos a otros en el proceso de generar una explicación científica. Al mismo tiempo, es esta intercambiabilidad constitutiva de los científicos lo que da comienzo a la afirmación de que las explicaciones científicas deben ser corroboradas por observadores independientes. De hecho, cuando dos científicos no pueden coincidir en sus afirmaciones o explicaciones, significa que pertenecen a distintas comunidades consensuales.
ii.- Ya que el criterio de validación de las explicaciones científicas no requiere del supuesto de un mundo objetivo independiente de lo que el observador hace, las explicaciones científicas no caracterizan, denotan o revelan un mundo independiente de lo que el observador hace. Debido a esto, como un dominio de explicaciones y afirmaciones en un dominio de coordinaciones consensuales de acciones en una comunidad de observadores estándares, la ciencia ocurre como un sistema de combinaciones de explicaciones y afirmaciones en la praxis del vivir de observadores estándares que expanden sus praxis del vivir de acuerdo a sus operaciones con aquellas combinaciones de explicaciones y afirmaciones en su praxis del vivir como miembros de una comunidad de observadores estándares.
iii.- Ya que no es medición, cuantificación ni predicción lo que constituye a la ciencia como un dominio de explicaciones y afirmaciones, sino que la aplicación del criterio de validación de las explicaciones científicas por un observador estándar en su praxis del vivir, un observador estándar puede hacer ciencia en cualquier dominio de la praxis del vivir en el cual él o ella aplique este criterio.
iv.- Ya que el criterio de validación de las explicaciones científicas valida como una explicación científica a un mecanismo que genera el fenómeno por explicar como una consecuencia de su operación, el mecanismo explicativo y el fenómeno que ha de ser explicado necesariamente pertenecen a dominios fenoménicos diferentes y no intersectados. Por lo tanto, constitutivamente una explicación científica no consiste en una reducción fenoménica.
v.- Las operaciones que constituyen el criterio de validación de las explicaciones científicas son las mismas que usamos en la validación operacional de la praxis de nuestras vidas diarias como seres humanos. Se deduce de esto que, en un sentido operacional estricto, lo que distinguen un observador en la vida diaria de un observador como un científico, es la orientación emocional del científico al explicar, su consistencia al usar solamente el criterio de validación de las explicaciones científicas para el sistema de explicaciones que él o ella genera en su dominio particular de intereses explicativos, y su compromiso de evitar confundir dominios fenoménicos en su generación de explicaciones científicas.
vi.- Un sistema determinado estructuralmente es un sistema en el cual todo lo que acontece, acontece como un cambio estructural determinado en él en cada instante, por su estructura en ese instante, independiente de si este cambio estructural surge en él en el fluir de su propia dinámica interna, o contingente con sus interacciones. Esto quiere decir que nada externo a un sistema determinado estructuralmente puede especificar los cambios estructurales que él conlleva como una consecuencia de una interacción. Un agente externo que interactúa con un sistema determinado estructuralmente, puede solamente gatillar en él cambios estructurales determinados en él.
Los componentes, además de las relaciones dinámicas o estáticas entre ellos que un observador distingue en cualquier instante como componiendo un sistema determinado estructuralmente como sistema particular, son la estructura de ese sistema. Un sistema dinámico estructuralmente determinado, esto es, un sistema estructuralmente determinado constituido como un sistema en continuos cambios estructurales, es un mecanismo. En estas circunstancias, sostener que el criterio de validación de una explicación científica está centrado en la proposición de un mecanismo que genera el fenómeno a ser explicado como una consecuencia de su operación, es sostener que la ciencia puede solamente tratar con sistemas determinados estructuralmente. 0, en otras palabras, sostener que una explicación científica supone proposiciones de un mecanismo que genera el fenómeno que debe ser explicado, es sostener que el observador puede proponer explicaciones científicas sólo en esos dominios de coherencias operacionales de su praxis del vivir, en el cual él o ella distingue sistemas estructuralmente determinados.
vii.- Aunque la praxis de la ciencia supone la aplicación del criterio de validación de las explicaciones científicas, la mayoría de los científicos no están conscientes de las implicaciones epistemológicas y ontológicas de lo que hacen, porque para ellos ciencia es un dominio de praxis y no un dominio de reflexiones. Algo similar acontece a muchos filósofos que no entienden qué ocurre en la ciencia, porque para ellos ciencia es un dominio de reflexiones, y no un dominio de praxis.
Como resultado, ambos usualmente siguen una tendencia general de nuestra cultura occidental y,
a) aceptan las explicaciones científicas como proposiciones reduccionistas, bajo la creencia implícita que ellas consisten en expresar el fenómeno por explicar en términos más fundamentales y,
b) no ven el carácter generativo de las explicaciones científicas, porque ellos están bajo la creencia implícita o explícita de que la validez de las explicaciones científicas depende de sus referencias directas o indirectas a una realidad objetiva independiente de lo que el observador hace.
Finalmente, debido a esta usual ceguera sobre lo que constituye una explicación científica en ciencia moderna, ambos, científicos y filósofos, frecuentemente creen que, en nuestra cultura, ser objetivo en la praxis de la ciencia y la filosofía quiere decir que las afirmaciones o explicaciones que hacen, son válidas por su referencia a una realidad independiente. En la práctica, sin embargo, para un científico ser objetivo sólo significa abandonar su deseo de un resultado particular en su investigación, para no oscurecer su impecabilidad como generador de explicaciones científicas en términos operacionales que ha presentado anteriormente.
Los componentes, además de las relaciones dinámicas o estáticas entre ellos que un observador distingue en cualquier instante como componiendo un sistema determinado estructuralmente como sistema particular, son la estructura de ese sistema. Un sistema dinámico estructuralmente determinado, esto es, un sistema estructuralmente determinado constituido como un sistema en continuos cambios estructurales, es un mecanismo. En estas circunstancias, sostener que el criterio de validación de una explicación científica está centrado en la proposición de un mecanismo que genera el fenómeno a ser explicado como una consecuencia de su operación, es sostener que la ciencia puede solamente tratar con sistemas determinados estructuralmente. 0, en otras palabras, sostener que una explicación científica supone proposiciones de un mecanismo que genera el fenómeno que debe ser explicado, es sostener que el observador puede proponer explicaciones científicas sólo en esos dominios de coherencias operacionales de su praxis del vivir, en el cual él o ella distingue sistemas estructuralmente determinados.
vii.- Aunque la praxis de la ciencia supone la aplicación del criterio de validación de las explicaciones científicas, la mayoría de los científicos no están conscientes de las implicaciones epistemológicas y ontológicas de lo que hacen, porque para ellos ciencia es un dominio de praxis y no un dominio de reflexiones. Algo similar acontece a muchos filósofos que no entienden qué ocurre en la ciencia, porque para ellos ciencia es un dominio de reflexiones, y no un dominio de praxis.
Como resultado, ambos usualmente siguen una tendencia general de nuestra cultura occidental y,
a) aceptan las explicaciones científicas como proposiciones reduccionistas, bajo la creencia implícita que ellas consisten en expresar el fenómeno por explicar en términos más fundamentales y,
b) no ven el carácter generativo de las explicaciones científicas, porque ellos están bajo la creencia implícita o explícita de que la validez de las explicaciones científicas depende de sus referencias directas o indirectas a una realidad objetiva independiente de lo que el observador hace.
Finalmente, debido a esta usual ceguera sobre lo que constituye una explicación científica en ciencia moderna, ambos, científicos y filósofos, frecuentemente creen que, en nuestra cultura, ser objetivo en la praxis de la ciencia y la filosofía quiere decir que las afirmaciones o explicaciones que hacen, son válidas por su referencia a una realidad independiente. En la práctica, sin embargo, para un científico ser objetivo sólo significa abandonar su deseo de un resultado particular en su investigación, para no oscurecer su impecabilidad como generador de explicaciones científicas en términos operacionales que ha presentado anteriormente.
viii. -El supuesto implícito o explícito de que las afirmaciones científicas se refieren a una realidad objetiva e independiente, usualmente lleva a la creencia (y a la emoción de certeza que la respalda) de que es en principio posible encontrar, para cualquier dilema de la vida humana, un argumento objetivo (trascendental) que lo resuelve, y cuya referencia a lo real lo hace constitutivamente innegable y racionalmente válido. Sin embargo, existe al mismo tiempo en nuestra cultura occidental una duda frecuente sobre la posibilidad de que la ciencia sea del todo capaz de explicar ciertas características de la praxis del vivir, como los fenómenos síquicos y espirituales, precisamente debido a la naturaleza mecánica de las explicaciones científicas y a su carácter reduccionista. Lo que he dicho anteriormente, sin embargo, muestra que esta forma de pensar supone un malentendido sobre las explicaciones científicas que, para mi propósito en este libro, es necesario disipar.Como he dicho, las explicaciones científicas son no-reduccionistas. Por el contrario; desde que una explicación científica es la proposición de un mecanismo generativo que produce como una consecuencia de su operación el fenómeno por explicar en un dominio fenoménico diferente de aquel en el cual éste ocurre, una explicación científica constituye y valida la existencia de dominios fenoménicos no intersectados, completamente diferentes que son intrínsecamente no reducibles uno al otro. Así, el carácter mecanicista de las explicaciones científicas constitutivamente no niega la posibilidad de una explicación científica de un fenómeno psíquico o espiritual. Por el contrario, abre la posibilidad de explicarlos como un fenómeno biológico.
De hecho, el carácter mecanicista de las explicaciones científicas especifica que para explicar fenómenos síquicos y espirituales como fenómenos biológicos, el observador debe proponer un mecanismo generativo que se le aplique a él o a ella como sistema viviente y que dé origen a tal fenómeno como una consecuencia de su operación. Un mecanismo que pudiera generar fenómenos síquicos y espirituales como una consecuencia de su operación no negaría su carácter experiencial peculiar, porque constituiría el dominio fenoménico en el cual ocurren como un dominio fenoménico que no se mezcla con el dominio fenoménico en el cual ocurren como un mecanismo generativo.Einstein dijo en una ocasión que las teorías científicas eran libres creaciones de la mente humana. Lo que he dicho anteriormente sobre el criterio de validación de las explicaciones científicas muestra que esto, de hecho, tiene que ser así. Ambos, el fenómeno por explicar y el mecanismo generativo propuesto, son propuestos por el observador en el fluir de su praxis del vivir, y tal como le pasan a él o a ella, los vive como experiencias que surgen en él o ella de ninguna parte. En su diario vivir, el observador los trae a la mano a priori, aun si después él o ella puede construir justificaciones racionales para ellas. Einstein también dijo que lo maravilloso es que las teorías científicas puedan ser usadas para explicar el mundo en circunstancias que son libres creaciones humanas. Que esto debiera ser así es también evidente desde el criterio de validación de explicaciones científicas. De hecho, las explicaciones científicas no explican un mundo independiente, ellas explican la experiencia del observador, y éste es el mundo que él o ella vive.
De hecho, el carácter mecanicista de las explicaciones científicas especifica que para explicar fenómenos síquicos y espirituales como fenómenos biológicos, el observador debe proponer un mecanismo generativo que se le aplique a él o a ella como sistema viviente y que dé origen a tal fenómeno como una consecuencia de su operación. Un mecanismo que pudiera generar fenómenos síquicos y espirituales como una consecuencia de su operación no negaría su carácter experiencial peculiar, porque constituiría el dominio fenoménico en el cual ocurren como un dominio fenoménico que no se mezcla con el dominio fenoménico en el cual ocurren como un mecanismo generativo.Einstein dijo en una ocasión que las teorías científicas eran libres creaciones de la mente humana. Lo que he dicho anteriormente sobre el criterio de validación de las explicaciones científicas muestra que esto, de hecho, tiene que ser así. Ambos, el fenómeno por explicar y el mecanismo generativo propuesto, son propuestos por el observador en el fluir de su praxis del vivir, y tal como le pasan a él o a ella, los vive como experiencias que surgen en él o ella de ninguna parte. En su diario vivir, el observador los trae a la mano a priori, aun si después él o ella puede construir justificaciones racionales para ellas. Einstein también dijo que lo maravilloso es que las teorías científicas puedan ser usadas para explicar el mundo en circunstancias que son libres creaciones humanas. Que esto debiera ser así es también evidente desde el criterio de validación de explicaciones científicas. De hecho, las explicaciones científicas no explican un mundo independiente, ellas explican la experiencia del observador, y éste es el mundo que él o ella vive.
Este texto es uno de las capítulos del libro La objetividad, un argumento para obligar de H. Maturana.
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